3.12.21

1iverso libre

 Dicen, que a un caballo tienes que taparle los ojos si quieres que te siga a la locura, que tienes que engañarlo, y que muchas veces, ni eso sirve para estafarlo. Sintiendo el latido del que lo monta, o del que pretende acercarse sin buena fe, la crin se les eriza. Como impulsos eléctricos reaccionan a lo no perceptible para otros, pareciendo a veces hasta violentos para el que se deja engañar por simples palabras banales, carentes de un juicio justo, por partir de una mente mediocre. Desbocados, volviéndose locos por momentos, sin poder dejar de sentir lo que sienten, observan de lado. 

Doña Potra, haciéndose con el control de sus nuevos sentidos activados, también comprendió en ese aprendizaje curioso, que se puede ser una yegua y tener que dominar instintos, teniendo que pasar a ser jinete de uno mismo, valga la paradoja en sí., y que si antes, podía pasar por alto ciertas alarmas, ahora, le daban hasta calambres como punzadas si se quedaba quieta. Si te arrimas a un caballo con voz amigable, pero a tu espalda llevas escondido un puñal, habrán percepciones, y seguramente escape el corcel a toda prisa del lugar sin poder remediarlo. Hay situaciones que no siempre se esquivan batallando y como se dice, es mejor salir por patas...

El frío llegaba al valle, y con el, el recogerse de nuevo y encender la chimenea. Como el caballo que vuelve vivo de una guerra, al que fue obligado a quedarse y presenciarla, formar hasta parte de ella, se puede volver con dos ideas. Agradecer el seguir vivo, o lamentarte por estarlo. 

De las muchas situaciones que había vivido en su vida doña Potra, se había levantado siempre y qué sencillo era escribirlo, sólo tenía que mojar la pluma.   A veces, la vida, le había llevado a volar tan raso y cerca del suelo, que se había golpeado sin querer haciéndose añicos en más de una salida, pero aún y así, se vendaba el ala y se volvía a tirar de nuevo desde lo alto del barranco, aún a veces siendo consciente de la hostia, porque tampoco había que negar, que también aparecían almas para ofrecerle ungüentos. Era una cuestión de caracteres.   

Y mirando las estrellas y contemplando su magnitud, en un universo libre que los unía, quedaban los que tenían que estar, y más reforzados que nunca. Tiempos de renacimiento en medio de una tormenta. Y a ti no te tocarán cuando todo se derrumbe, siendo testigo de un nuevo amanecer que hasta los ciegos podrán verán más allá de la visión.  Contempla a los otros, como el ejemplo de lo que no quieres ser, que su reflejo no te confunda con el tuyo propio, creyendo que sus miserias son también las tuyas. Y te golpearás con tantos muros necesites hasta que lo veas, si tu interior realmente quiere verlo y lo siente desde el amor. Cuando dejes de seguir falsos profetas y sigas el tuyo propio, haciendo honor a tus palabras se desbloquea el camino, liberándote de los que se aferraron a tu brillo por carecer del suyo. 

Doña Potra, haciendo honor a su nombre, había tenido mucha potra últimamente y no había nada como un nuevo bautizo de nombre para crear realidad. 

- ¿y si me llamo doña Potra de la buena fortuna? solo tengo que decirlo y pasará, pues ¡qué así sea!- se dijo la yegua mientras se alzaba a dos patas para salir a galope perdiéndose entre las colinas como un cohete. 

Se auguran buenos tiempos para doña Potra y los suyos, el sol ya calienta y la cocina funciona perfecta para tener alimento. Son, las columnas de la libertad.