23.5.12

Capítulo 19

Un renacuajo como su nombre bien indica quiere decir pequeño y así, eran los pequeños de la Sra. Sapo o como a ella le gustaba decir "sus cachorros".
 Había dado vida a dos, dos hermosas crías de sapo varones.
 Cuando llegaron a este extraño mundo, enseguida dieron sentido a la vida de la Sra. Sapo que los miraba encandilada, mientras ellos crecían felices en el estanque ausentes de los peligros del exterior y alimentándose de los cuentos fantasiosos siempre inventados, que su tierna mamá Sapo les contaba cada día.
Aquella mañana sentada al pie de sus minúsculas camitas de delicadas flores, la Sra. Sapo los observaba dormir y pensaba en lo angelicales e indefensos que se veían sus pequeños cachorros con esas cabecitas tan minúsculas y delicadas, pero ellos ajenos de todo, creían ser poderosos dragones.
Esa visión de las cosas era lo que mas le gustaba a la Sra. Sapo de ellos. No entendían de problemas cotidianos y mucho menos de historias del corazón, pero lo importante era, que si tenía un mal día, siempre le sacaban una sonrisa.
Ojeando la mochila que llevaba uno de sus cachorros para acudir a sus clases diarias de educación al medio ambiente, la Sra. Sapo vio un papel arrugado al fondo de esta y sacándolo comprobó, que era un dibujo mágico que su pequeño renacuajo le había hecho dejándose ver en colores un escrito que decía.. para mi mamá. La Sra. Sapo se apenó al ver, que el bonito regalo de su hijo llevaba en la mochila dos días..
No quedaban preguntas ya, que mas señales necesitaba, había estado sumergida en un desconcierto pausado de un ritmo acelerado. Arreglando el dibujo como pudo, le puso un marco de bambú y le buscó el mejor sitio de la casa prometiéndose a si misma, no volver a dejar que nada impidiera que dejara de contarles cuentos.

Capítulo 18

Son tantas las especies que habitan esta curiosa fauna como diferentes para mi sus extraños actos!!
Hablaba sola la Sra. Sapo a la vez que caminaba con rumbo a su hogar.
Sus grandes ojos no paraban de dar vueltas apreciándose sutilmente en ellos, los mensajes que su diminuto cerebro enviaba y que estos, a modo de reflejo se manifestaban a su antojo y que le impedían a veces mantener la vista fija en el sendero.
 Mientras continuaba con su lucha ocular, sacaba siempre las mismas conclusiones, no variaban sus respuestas acompañándolas además, de un familiar sentimiento de desconcierto que por desgracia, ya conocía.
 Parándose a observar la gota que caía lenta de una hoja, habló en alto a la vez que arqueaba en apariencia su ceja. 
Las piscinas humanas no están hechas para Sapos como yo.. .Muchos animales saben sacar de ellas un buen disfrute, pero yo, soy mas de estanques libres y de esas situaciones que se pueden llegar a crear simplemente dejándose llevar por la corriente.. haciendo una pequeña pausa volvió a decir..
 He intentado apreciar sus aguas de cloro y nadar entre sus carriles separados que alejan un nadador de otro..pero es absurdo, esas cosas son mas para animales domésticos... Sin decir ni pensar nada mas, se quitó el vestido y se zambulló en su apreciado estanque libre de silbatos ni estrechas vías..
Las reflexiones de nuestra protagonista eran dignas de eruditos filósofos, aunque puede que con  extravagantes maneras de contarlo..

20.5.12

Capítulo 17

Las Hadas, seres mágicos con forma de mujer hermosa. No entienden del paso de los años, ellas no envejecen, se conservan bellas aún con el paso del tiempo. Sólo la poca fe de los humanos y su a veces crueldad, las puede llegar a hacer desaparecer. Pocas son las personas que han visto una pues muchos son, los que miran con ojos necios sin saber distinguirlas pero, con  un cruzar de miradas, o con un breve intercambio de palabras entiendes rápido su asombroso halo.
La Sra. Sapo tenía la suerte de conocer a una, tenia incluso el orgullo de sentirla siempre tan cerca y eso que por motivos del cosmos no coincidían mucho para llegar a profundizar de la vida, pero no hacía falta, estaban las dos en la misma onda. La Sra. Sapo siempre había tenido admiración por esa Hada y soñaba con algún día poseer su gran porte y su afinada clase además, de su amplia comprensión de las cosas.
Aquella noche temprana, la Sra. Sapo tumbada en su nenúfar con la vista al cielo como de costumbre, le daba significado a la conversación reciente que había tenido con dicha Hada. Todas sus palabras estaban llenas de grandes verdades y no quería dejar pasar al olvido, ninguna de las frases habladas con ella. Cerraba un ojo y unía los astros con su singular dedo anca, pues para ella estos, parecían puntos adornando el cielo esperando a ser unidos dándole así extrañas formas que convertía en juego y pensaba, que lo malo de ser Hada, era que no podías concederte a ti misma los deseos..
 Curiosas deducciones de la particular protagonista que incluía a su reflexión que cuando tuviera la oportunidad, le pediría uno para sus amadas ninfas.  En aquel preciso momento, una estrella fugaz a modo de señal, pasó rápida por el cielo y la Sra. Sapo se apresuró a decir en alto su deseo antes de que esta se esfumara.
Deseo... Que algo mágico nos cambie el transcurso de todo!! que pinte de color nuestros tonos grises desterrando al fin sus días de pena y sin sentido!! Que pase algo mágico yaaaa!!! gritó tan alto la singular protagonista, que hasta rebotó el eco de sus propias palabras entre las montañas que la envolvían....
y  la Dama Verde de la paciencia se dejó ver.. concediendo el deseo de tres. PD: A mis queridas ninfas.. gracias por leerme con esa bonita pasión :)

19.5.12

Capítulo 16

Con la de lunas que habían pasado y la Sra. Sapo aun no había extinguido su fuego... En una reunión de amigos con brindis de diversión... la anfibia embriagada por ese liquido que confunde y trastorna los sentidos, dijo alzando su copa con reflejos adormecidos y aparentando la escena de una antigua película...
A Dios pongo por testigo...que sino baja la dichosa cabra al monte y calma mi excitada sed... tendré que cazar mosquitos con mi larga lengua !!! y  sin mas, acabó con el licor de su bebida mientras cruzaba los dedos en secreto, para que aunque lo pensara sin meditar... fuese la resentida cabra a olisquear sus bellas flores..Nada.. son solo fantasías ardientes... está todo tan frío que podría compararse a la escarcha del invierno.. será esa frialdad la que apague mi engañada llama ,pues seguro que la suya ya la sacian.. pensó.

17.5.12

Capítulo 15

La raíz de un árbol agarra con fuerza la tierra asegurándose un paso seguro a lo largo de su vida. Sólo los hechos de plástico por humanos (en real similitud a los verdaderos llegando a veces a confundir) son los que no morirán al ser trasplantados pues carecen de vida. La naturaleza sabía, no creyó conveniente dotar de pies a sus arboles para que fueran de un sitio a otro, pues el vinculo que pretendía concebir entre la tierra y sus raíces sería eterno, dando paso a corrientes de energía invisibles a la vista pero que fluyen fuertes y constantes para después, trasformarse en ese oxigeno indispensable y que nos permite respirar.
Puede que así diseñara también a muchos de los seres vivos .. en particular a la Sra. Sapo animal distinguido entre los cuentos de hadas y de los que ella creía formar parte.  Aunque continuaba con su ajetreada vida de breves espacios de tiempo, seguía pensando en su alma gemela y en lo poco que sabían los demás del amor.
Una hoja al caer le susurró.. creo que tu te enamoraste de un abeto de plástico...

15.5.12

Capítulo 14

¿Lo llevas todo? Date brío querida o llegaremos tarde.. dijo el Sr. Pantera Negra agachando la cabeza al máximo para poder así acercarse un poco más y ser oído mejor, por su amiga la Sra. Sapo que en comparación a él, era casi minúscula.
Sí... contestó ella sacando las cosas de nuevo para revisarlas mientras el Sr. Pantera se tiraba al suelo y tapaba su cara con sus enormes zarpas negras en actitud de desespero.
El Sr. Pantera, era envidiado en el bosque por su conocida buena vida. Muchos eran los que ansiaban tener lo que él poseía con su poco esfuerzo, pero para la Sra. Sapo, todo eso carecía de importancia. Para ella, lo valioso del Sr. Pantera no eran sus grandes lujos sino algo más místico, nacer bendecido con el arte de la risa. Cualquier problema que ella pudiera tener, este lo transformaba en ridículo y aunque siempre era escueto en sus palabras, daba con las silabas exactas en las que ya no cabía la replica.
Los diferentes puntos de vista del peculiar Sr. Pantera, resumían la tragedia de la Sra. Sapo a un único objetivo, uno mismo, dejándose de lamentaciones para pasar a una acción inmediata y ya obvia. EL PRESENTE.
Vive y deja vivir.

13.5.12

Capítulo 13 (no me da miedo)

Casi terminada la tarde, rozando el crepúsculo de la noche, a la Sra. Sapo le gustaba ir a una cascada que no muy lejos aseguraba el relax o el disfrute de los más místicos con sólo contemplarla.
 Las pocas horas libres de las que disponía nuestra anfibia al día, tenía que aprovecharlas al máximo para resistir, y no ser atrapada por la monotonía, la misma que acababa secuestrando a muchos de los seres que habitaban el planeta por incidir en exactas costumbres aun gozando del privilegio de poder cambiarlas.
Cogió su bicicleta de bambú, y bajó la cuesta sin apenas sujetar el manillar. Ese pequeño gesto que acompañaba cerrando los ojos breve, sintiendo jugar a la brisa, le devolvía a sus años de renacuajo.
Exponiéndose rebelde a poder estrellarse contra algo, decidió abrir un ojo no fuera a costarle la broma un disgusto, y aceleró el pedaleo para llegar antes a destino.
Apoyando su bicicleta en el tronco de un árbol, echó un vistazo al río y sonrió traviesa al ver la poca afluencia de animales que a esas horas y como tenía previsto, rondaban el lugar. Podría disfrutar a cuerpo de reina.
Entrada la noche, la Sra. Sapo seguía sin pensamientos de abandonar la cascada. Mientras flotaba boca arriba o vulgarmente dicho, lo que se diría en la zona "hacer el muerto", contemplaba el cielo y su Luna sin comprender, la existencia de seres que no vieran la vida desde aquel lado mágico, la insistencia en lo dañino.
-¡Sra Sapo!- oyó que la llamaban, era Nana, su bonita amiga Koala de olor a eucalipto que agitaba los brazos desde la orilla saludando.
-¡Nana! ¡qué alegría verte! ¡qué gran sorpresa!, ¡espera que salgo del agua y te doy siete besos! - dijo la Sra. Sapo sonriente dirigiéndose a la orilla al estilo mariposa y voceando incomprensible por la emoción.
- Un momento que me seco, estoy chorreando te pondría perdida. ¡Qué guapa estas!-  hablaba la Sra. Sapo mientras se pasaba por todos los rincones, un paño largo tejido con algodones que había sacado de su mochila.
-No te preocupes, no tengo prisa- respondió Nana Koala sentada en una piedra mostrando una media sonrisa.
- Uy, a ti te ha ocurrido algo, ¿qué haces aquí tan tarde? Mmm, a ver mírame...- habló la Sra. Sapo con un gesto de preocupación y medio arqueando una ceja invisible. Una preciosa mueca de bebé lloroso, inundo el rostro de Nana que rápido se tiró a los brazos de la Sra. Sapo.
-Vaya pequeña canica de pelos de fresco perfume, ¿por qué lloras? es que acaso te volvieron a romper el corazón?- Nana Koala aún lloró con más fuerza.
Decía que siempre le pasaba lo mismo. Se quejaba del mundo y de lo frágil que era siendo un Koala diseñado casi en apariencia para ser abrazado.
La Sra. Sapo no quiso saber más y con mirada cómplice creada por una amistad de años, la cogió de sus suaves manitas y silenciando su pena, la adentró en el agua.
-¡Cielos Nana Koala, mojada pareces otra! ¡parece que te haya alcanzado un rayo!¡no puedo parar de reír!- dijo la Sra. Sapo destornillándose mientras salpicaba a Nana Koala con sus saltos y chapuzones.
-¿No parezco resultona? respondió Nana Koala contoneándose con cara mimosa a la vez que esquivaba las gotas con trayectoria a sus ojos irritados por las lágrimas.
-Tú siempre estás guapa, incluso electrocutada. Sólo quiero que me enseñes esos dientes de tu bonita sonrisa. Espera... voy a buscar algo...- dijo la La Sra. Sapo antes de sumergirse en el agua dónde desapareció dejando un revoltoso rizo.
-¡A ver que tramas! ¡que te conozco! expresó Nana Koala señalando al agua con el dedo  y moviendo la cabeza con mueca tierna.
 Sin mucha demora, la Sra. Sapo regresó arrastrando un gran nenúfar con sus pequeñas ancas verdes y lo acercó dónde estaba Nana.
-Mira, así podrás flotar tú también sobre el agua. Sube, contemplaremos juntas un rato las estrellas.- dijo cediéndole la gigante hoja.
Tendidas boca arriba sobre el nenúfar y con los brazos en cruz, miraron el cielo un largo rato.
¿No te parecen más pequeños tus problemas desde esta perspectiva querida amiga? Seguramente no podamos cambiar el devenir de las cosas, pero podemos aprender a esquivarlas, a quizás no angustiarnos tanto por historias exentas de corazón. Cada día crezco pensando en los errores que ya no quisiera volver a cometer, en que hay un lenguaje del todo. En verdad, todos tenemos las respuestas a nuestras preguntas, aunque a veces, no lo queramos ver, pero eso, no lo he descubierto yo esta noche. Ay querida Nana, respiremos momentos verdaderos pues esta corta vida necesita de grandes impulsos que sólo nosotras podremos crear con esperanza.- dijo la Sra. Sapo como si le estuviese contando un cuento a un pimpollo.
-Tienes que enseñarme para poder creer en todo eso, últimamente no gozo de una imaginación desbordante y festiva- suspiró Nana Koala desinflándose como un globo.
-Pues eso de festiva tiene fácil remedio- dijo la Sra. Sapo pegando un salto del nenúfar y tirando a su amiga al agua sin contemplaciones. Rieron juntas.

Recargando mi barra de maná: estado 60%

11.5.12

Capítulo 12

El Sol asoma cada mañana sobre el verde valle. Primero lo hace tímido sin casi apreciarse, a veces, hasta  parece que no quiera salir, pero a medio día brilla fuerte alcanzando temperaturas casi veraniegas. Después, la Luna que llega veloz trasforma el escenario y lo oscurece apagando al Sol que no tarda en volver a brillar... un día y otro y otro más.. y así sucesivamente...
A la Sra. Sapo le pasaban los días volando. Aunque todos eran diferentes y con anécdotas de todo tipo, caían rápido las hojas del calendario sin casi darle tiempo, a poder tachar sus días.
Una soleada mañana, estaba la Sra Sapo metida en su cama, mientras observaba con un ojo la hora del despertador amenazante con volver a sonar estrepitosamente. Le costaba abandonar sus apetecibles sabanas de pétalos de rosas que sacudía suave para no dejar escapar mucho su agradable fragancia de la que nunca se cansaba, y eso, que era una costumbre de años el perfumarlas en cada limpio cambio semanal.
Aquella mañana, no sugería un día distinto a otro cuando decidió abrir del todo los ojos, pero su cuerpo, parecía discrepar un poco. Ardiendo como el mismísimo sol anhelando ser apagado con besos y gemidos, recordó al momento, el sueño acontecido en la noche, en el que sin la ayuda de sus extremidades, le alegró el descanso mojando su cama de vida, pero parecía que no tenía bastante...
Un impulso lascivo le invadió el pensamiento y sin darse cuenta, sus ancas, acariciaban automáticas el monte de la diversión, menudo día le esperaba con ese cuerpo suyo que amanecía rebelde.
Pasado el rato y decidido el vestuario donde predominaba el color rojo, confirmó que su ansia de piel aún seguía vigente y con la expresión del que tiene la sensación de olvidarse algo, salió de su casa como si no hubiese ocurrido nada.
Caminando se sorprendía de la curiosa atención que causaba en los animalillos que se iba encontrando por el camino, pensando para ella misma, que estaba alcanzando unos niveles altos en feromonas pues notaba, que su cuerpo desprendía ese invisible polvo de hadas imperceptible al ojo, pero que llenaba el aire por dónde pasaba con deseo de apareamiento.
Los analizaba con detenimiento valorando las diferentes posibilidades y sus luego consecuentes actos, pero no le apetecía iniciar ninguna situación y todavía sentía el luto del que pierde un querido.
Inocente Sra Sapo que no serás saciada en tiempo con tu estúpida y absurda actitud de espera.

5.5.12

Capítulo 11

Aprovechando que el campo rebosaba de bellas flores por las lluvias de la primavera, la Sra Sapo las recogía afanada, mientras croaba una bonita canción sólo comprensible para ella y decoraba su cabeza con una margarita que se le caía constantemente por su falta de orejas y que acabó sujetándola con la boca. Sentada bajo la sombra de un árbol, seleccionaba las flores que utilizaría para fabricar un original collar que mas tarde regalaría a la Sra Gata Montés, una vieja amiga suya que cumplía años. Una vez terminado el coqueto detalle que contemplaba orgullosa por lo bien que le había salido, observó la margarita que en el suelo había dejado antes para operar sin tropiezos, y apasionada, la comenzó a deshojar. Cuando le quedaban pocas hojas para conocer la respuesta de su me quiere no me quiere... advirtió que la estaban observando. Levantando la vista, el semblante le cambió de golpe. Azarada soltó la flor e intentó disimular su acto tapando la margarita con su corta anca sin quitarle el ojo a la cabra que tiesa la contemplaba entre matorrales.
     - ¡No me puedo creer que todavía existan seres que piensen que una margarita les dirá si les quieren! Deberías dejarte de tanta tontería y centrarte más en las cosas serias- dijo soltando un bufido a la vez que agitaba su cola de tres pelos como si de la vara de un glorioso rey se tratase. La Sra. Sapo de nuevo se quedó rota sin decir palabra mientras la cabra se alejaba sin echar la vista atrás, sin detener el paso de sus pezuñas.
A la caída del día, la Sra Sapo arreglando su aspecto físico, agradecía para ella misma, que no fuera el alma lo que mostraba. Saliendo al encuentro que la citaba con su estimada amiga, la Sra. Gata Montés, pues días hacían ya que no se reunían, y ya impacientaba en encontrarse con ella.
Al llegar, rápidamente observó que su pequeña amiga anfibia no estaba bien y se apresuró en investigar el porqué de su triste mirada.
La Sra Sapo no pudo reprimir su barbilla que temblaba con la potencia de un terremoto a escala Richter, y sin ya resistirlo más, dejó salir su gran llanto retenido.
Todo se pondrá en su sitio, dijo la Sra Gata Montés con voz calmada y alentadora y abrazó a la Sra. Sapo hasta que esta se quedó dormida.