13.5.12

Capítulo 13 (no me da miedo)

Casi terminada la tarde, rozando el crepúsculo de la noche, a la Sra. Sapo le gustaba ir a una cascada que no muy lejos aseguraba el relax o el disfrute de los más místicos con sólo contemplarla.
 Las pocas horas libres de las que disponía nuestra anfibia al día, tenía que aprovecharlas al máximo para resistir, y no ser atrapada por la monotonía, la misma que acababa secuestrando a muchos de los seres que habitaban el planeta por incidir en exactas costumbres aun gozando del privilegio de poder cambiarlas.
Cogió su bicicleta de bambú, y bajó la cuesta sin apenas sujetar el manillar. Ese pequeño gesto que acompañaba cerrando los ojos breve, sintiendo jugar a la brisa, le devolvía a sus años de renacuajo.
Exponiéndose rebelde a poder estrellarse contra algo, decidió abrir un ojo no fuera a costarle la broma un disgusto, y aceleró el pedaleo para llegar antes a destino.
Apoyando su bicicleta en el tronco de un árbol, echó un vistazo al río y sonrió traviesa al ver la poca afluencia de animales que a esas horas y como tenía previsto, rondaban el lugar. Podría disfrutar a cuerpo de reina.
Entrada la noche, la Sra. Sapo seguía sin pensamientos de abandonar la cascada. Mientras flotaba boca arriba o vulgarmente dicho, lo que se diría en la zona "hacer el muerto", contemplaba el cielo y su Luna sin comprender, la existencia de seres que no vieran la vida desde aquel lado mágico, la insistencia en lo dañino.
-¡Sra Sapo!- oyó que la llamaban, era Nana, su bonita amiga Koala de olor a eucalipto que agitaba los brazos desde la orilla saludando.
-¡Nana! ¡qué alegría verte! ¡qué gran sorpresa!, ¡espera que salgo del agua y te doy siete besos! - dijo la Sra. Sapo sonriente dirigiéndose a la orilla al estilo mariposa y voceando incomprensible por la emoción.
- Un momento que me seco, estoy chorreando te pondría perdida. ¡Qué guapa estas!-  hablaba la Sra. Sapo mientras se pasaba por todos los rincones, un paño largo tejido con algodones que había sacado de su mochila.
-No te preocupes, no tengo prisa- respondió Nana Koala sentada en una piedra mostrando una media sonrisa.
- Uy, a ti te ha ocurrido algo, ¿qué haces aquí tan tarde? Mmm, a ver mírame...- habló la Sra. Sapo con un gesto de preocupación y medio arqueando una ceja invisible. Una preciosa mueca de bebé lloroso, inundo el rostro de Nana que rápido se tiró a los brazos de la Sra. Sapo.
-Vaya pequeña canica de pelos de fresco perfume, ¿por qué lloras? es que acaso te volvieron a romper el corazón?- Nana Koala aún lloró con más fuerza.
Decía que siempre le pasaba lo mismo. Se quejaba del mundo y de lo frágil que era siendo un Koala diseñado casi en apariencia para ser abrazado.
La Sra. Sapo no quiso saber más y con mirada cómplice creada por una amistad de años, la cogió de sus suaves manitas y silenciando su pena, la adentró en el agua.
-¡Cielos Nana Koala, mojada pareces otra! ¡parece que te haya alcanzado un rayo!¡no puedo parar de reír!- dijo la Sra. Sapo destornillándose mientras salpicaba a Nana Koala con sus saltos y chapuzones.
-¿No parezco resultona? respondió Nana Koala contoneándose con cara mimosa a la vez que esquivaba las gotas con trayectoria a sus ojos irritados por las lágrimas.
-Tú siempre estás guapa, incluso electrocutada. Sólo quiero que me enseñes esos dientes de tu bonita sonrisa. Espera... voy a buscar algo...- dijo la La Sra. Sapo antes de sumergirse en el agua dónde desapareció dejando un revoltoso rizo.
-¡A ver que tramas! ¡que te conozco! expresó Nana Koala señalando al agua con el dedo  y moviendo la cabeza con mueca tierna.
 Sin mucha demora, la Sra. Sapo regresó arrastrando un gran nenúfar con sus pequeñas ancas verdes y lo acercó dónde estaba Nana.
-Mira, así podrás flotar tú también sobre el agua. Sube, contemplaremos juntas un rato las estrellas.- dijo cediéndole la gigante hoja.
Tendidas boca arriba sobre el nenúfar y con los brazos en cruz, miraron el cielo un largo rato.
¿No te parecen más pequeños tus problemas desde esta perspectiva querida amiga? Seguramente no podamos cambiar el devenir de las cosas, pero podemos aprender a esquivarlas, a quizás no angustiarnos tanto por historias exentas de corazón. Cada día crezco pensando en los errores que ya no quisiera volver a cometer, en que hay un lenguaje del todo. En verdad, todos tenemos las respuestas a nuestras preguntas, aunque a veces, no lo queramos ver, pero eso, no lo he descubierto yo esta noche. Ay querida Nana, respiremos momentos verdaderos pues esta corta vida necesita de grandes impulsos que sólo nosotras podremos crear con esperanza.- dijo la Sra. Sapo como si le estuviese contando un cuento a un pimpollo.
-Tienes que enseñarme para poder creer en todo eso, últimamente no gozo de una imaginación desbordante y festiva- suspiró Nana Koala desinflándose como un globo.
-Pues eso de festiva tiene fácil remedio- dijo la Sra. Sapo pegando un salto del nenúfar y tirando a su amiga al agua sin contemplaciones. Rieron juntas.

Recargando mi barra de maná: estado 60%

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