29.10.20

CAPÍTULO IX MADAMA TATIMÍ DE ARGENTA, LA MENSAJERA DE LAS HADAS

 Soñar. Algo que todas las almas de este inexplicable mundo, por muy diferentes que entre ellas sean, comparten sin remedio llegada la hora del imprescindible descansoSumergiendo al débil cuerpo en un estado casi de parálisis reparador, la mente escapa de la materia física de la que también es parte, haciéndose independiente y pasando a otra realidad, alejada de patrones ni de espacio tiempo. Todo un abismo por su inmensidad, en el que aleatoriamente puedes amanecer con pérdida total de memoria, o, recordando hasta el último detalle del delirio... 

    -¡No!- gritó la Sra. Sapicornia despertando de un brinco en mitad de la noche, y empapada en sábanas de terror. Un mal sueño todavía fresco, y, latente en su acelerado pulso, se le repetía en el subconsciente, aportándole nuevos recuerdos a los que no le encontraba ninguna explicación. Encendiendo el quinqué que decoraba la mesita de noche, iluminó la estancia sintiéndose mejor. No le gustaba la oscuridad, ésta, le producía escalofrío. 

    -¿No puedo tener sueños normales? ¿He de soñar siempre con fantasmas, espíritus, incluso, no vivos? Toda la noche huyendo. Es aterrador- suspiró entrecortada como si le faltase el aire. Levantándose de la cama, y calzándose sus diminutas zapatillas de estar por casa, se dirigió a una de las ovaladas ventanas de madera de la alcoba, buscando un poco de brisa fresca, que le quitase el sofoco que aún sufría por la angustia de la pesadilla.


    -Este silencio pesa aún siendo invisible- dijo para sí, asomando la cabeza por el marco de la ventana mientras contemplaba el nocturno y dormido valle. Abriendo sus dos pequeños orificios nasales, a la caza de oxígeno puro, notó, que éste, volvía a ser frío al inspirarlo. El recuerdo de la pesadilla se esfumaba como el humo en cada exhalación. 

    -Parece que vamos de nuevo al frío... Hasta mi helada sangre lo nota...- dijo la Sra. Sapicornia cerrando los ojos.

    -Ya no se puede fiar una, de las estaciones ¿verdad? Hoy hace frío, y mañana calor... Depende de cómo se les antoje el baile- respondió una dulce y espontánea voz, que provenía del cerezo de enfrente. La Sra. Sapicornia, agudizó la vista a visión nocturna sin descartar, que lo estuviera aún soñando.  

    -Aquí, arriba. En la copa. Tiene que girar su cabeza unos veintidós grados más para poder verme- sonó de nuevo la desconocida voz. -Ya veo que usted, también se ha desvelado del sueño. El descanso, ya es sólo para los inconscientes...-

    -¿Hola?... ¿Está hablando conmigo?- dijo la Sra. Sapicornia alzando la voz a la nada algo contrariada.

    -Desde luego, querida. Ahora mismo bajo, o despertaremos a todo el vecindario con el vocerío-  

Descendiendo del árbol cual revolotear de hada, una preciosa hembra colibrí de rojos y vivos colores, se posó en la ventana de la Sra. Sapicornia como una pluma cuando besa el suelo.

    -Vaya, el ave más pequeña del mundo... Nunca había visto una tan de cerca. Son muchas las historias que cuentan de colibríes... Dicen, que vivís con las mágicas Hadas del Sur...- dijo la Sra. Sapicornia observándola curiosa, con la mente repleta de leyendas que le venían a la cabeza. 

    -Sí. De ahí provengo. Como se diría, literal. Adoro el lenguaje, y sus miles de formas de poder decirlo. Madama Tatimí de Argenta, enviada especial para servirla. Me sé su dirección de memoria. Sra. Sapicornia del valle de Fuente Azul, primer roble del estanque Esperanza- dijo de carrerilla la pequeña ave. 

La Sra. Sapicornia, tragó saliva asombrada. Aquello, no estaba siendo simplemente una casualidad. 

 -Traigo un mensaje real para usted, querida. Nuestras amadas Hadas, llevan tiempo intentando comunicarse con usted, como así estaba acordado desde los albores, enviándole sutiles avisos a su frecuencia, pero, no parece reparar en ellos por la dichosa red. Así, que me han tenido que mandar a mi, en misión de rescate urgente. No se preocupe, querida. Es muy frecuente esa reacción. Son pocos los que interpretan las señales- agregó la bella colibrí sonriendo. 

    -¿Avisos? ¿Señales? Es un placer Madama Tatimí de Argenta, pero no sé de qué me habla. Si pudiese explicarse mejor...- respondió la Sra. Sapicornia recapacitando, de que, últimamente, no hacía otra cosa que parecer ignorante. 

    -Es de suma importancia este despertar. El paso será inminente, y la conciencia del alma, será nuestra gran salvación. Observe su entorno. Piense, Sra. Sapicornia, es más sencillo de lo que usted admite...-

    -Sí, puedo contemplar un mundo que se desmorona en el que no soy nadie para poder cambiarlo... Se puede ver sencillo desde el lado de las Hadas, pero, aquí, desde esta realidad, no veo la salvación.-

    -Porque, está usted haciendo las preguntas que no son. Entonces, todas las respuestas que obtiene son también erróneas. Lo que de verdad importa. Para lo que de verdad vinimos. Eso, que lleva años oyendo en su interior. Esa, es la única pregunta- respondió Madama Tatimí de Argenta como si hablase el oráculo.

    -Y, ¿Qué mensaje es ese? ¿Está segura que es para mi? Yo no conozco a ningún Hada, igual me confunden con otra bestia...-

    -¿Errores? ¿Las Hadas? No querida, son decisiones que se toman. no todos queremos o necesitamos lo mismo. Cada uno elige su despertar. Usted, a escogido el modo Hada, y aunque no lo sepa, usted, ya tiene su destino escrito. El mensaje no existe, es tan solo mi visita querida Sra. Sapicornia. Encontrar la salida, lo dejo en sus ancas...-

Y sin más, aquella mensajera de las Hadas desapareció sin dejar rastro, dejando una nota que decía "volveremos a vernos, confía"


23.10.20

CAPÍTULO VIII ARRAQUELA UVE, LA OVEJA Y LA POCIÓN DE ONCE GOTAS

Si se pudiese describir el sentimiento con un color, para todas las razas de bestias que habitaban el planeta, éste, sería negro tormenta. Los sucesos que cubrían todos los informativos iban de mal en peor. A los más pequeños les habían cerrado los parques, y, los más afectados en bajas, estaban siendo el ganado más anciano, pues, eso, era lo que parecían ser, para los gobernantes de Extralimitan, y, para todas las presidencias del resto de naciones. Habiéndoseles negado el cuidado, y, con unas malas prácticas, que habían acabado de barrer a los que intentaban desesperadamente luchar por sobrevivir, se excusaban culpando a un pueblo asustado, que, miraba hacia otro lado sin rebelarse. Para la Sra. Sapicornia, aquello era un atentado. Achacando la culpa a los dioses, de la impotencia y la rabia, le brotaban lágrimas directas del corazón, que intentaba liberar cuando sus pequeños no la veían. El miedo, no era de sabios transmitirlo, y ellos, también estaban ya sufriendo de no poder desplegar sus alas.   

    -¿Cómo, podéis permitir esto? ¡Cómo, tú, Divino, nos has olvidado! Gritaba mirando al cielo. ¿Acaso, esas almas no merecen tú compasión? Es muy cruel todo lo que está pasando. ¡No puedo soportarlo más, ni tampoco disimularlo! Mis pequeños también, necesitan volar...- exclamó cayendo de rodillas en el suelo por el agotamiento de la pena. Un campo de margaritas empezó a aflorar en lo que parecía un descampado árido. Cientos de flores, abrían sus hojas desplegando color de vida. ¿Qué estaba ocurriendo? 

    -Justo. Ni un segundo menos de mis cálculos. ¡Qué maravillosas margaritas! De un color y tamaño excelentes. Once gotas, esa es la fórmula. Con ocho también se obtienen magníficos resultados, e, incluso hasta con cinco... pero, con once... Con once, es otra cosa- hablaba una oveja de color fucsia, aparecida de la nada como aquel campo de margaritas, mientras escribía en una libreta dónde parecía apuntar el estudio de algo. Acercándose, y olisqueando una, se la llevó a la boca.

    -De un sabor único, inigualable- dijo hablando como si estuviese sola, y, poniendo los ojos en blanco, demostrando su gran disfrute por las expresiones que acompañaba con el rostro. La Sra. Sapicornia, que, aún seguía en el suelo conmocionada, había dejado de llorar de golpe por la sorpresa. Aunque, aún tenía lágrimas en sus mejillas, sus ojos, habían parado de producir agua, aunque la pena, seguía dentro. Girando la cabeza, como volviendo en sí, la oveja fucsia, miró a la Sra. Sapicornia.   

    -Perdone que no le haya dicho nada, no he querido interrumpirla. Esos momentos son muy necesarios de vez en cuando para el alma. Fundamentales.- dijo acabándose de pasar las flores que tenía en la boca y acercándose a ella, como si le fuese a contar un secreto. -Soy Arraquela Uve, no me pregunte de dónde, porque es una respuesta larga y complicada... Usted, tampoco parece de la zona- añadió sin pestañear. -Siempre me aseguro de que no sea un lugar concurrido para practicar mis encantamientos. Suelo escoger sitios remotos. Las bestias, no están preparadas para comprender. Tienen cerrado el tercer ojo, Me comprende, ¿verdad? Desde luego que sí. Esto, querida, todavía les supone un fuerte enfrentamiento con su ser.-

    -Y, ¿Cómo sabe que yo no soy diferente?- dijo la Sra. Sapicornia con vergüenza, quitándose las lágrimas con el anca. 

    -Nadie, de corrupto corazón, llora así, querida. Llevo observándola un rato, pero usted, a mi, no me ha visto, ni detectado. Todavía no me ha dicho su nombre-

    -Soy, la Sra. Sapicornia de Fuente Azul, o lo que queda de ella... Me urge sumergirme en el agua desesperadamente. Han cerrado las charcas, y también los estanques del reino. Me estoy secando como mis escamas... Admiro su naturaleza tranquila, Arraquela Uve, en este caos que vivimos.- suspiró la Sra. Sapicornia. 

    -Sí. Todo parece derrumbarse a nuestro alrededor, no puedo negárselo. Pero, no hay que perder la esperanza, querida. Mire este campo de margaritas que la rodea. Me va a negar, que no es precioso y mágico. Y, porque no se ha animado a probarlas. Tienen un gusto delicioso. Receta casera, querida, once gotas.-  

    -La verdad, que contemplándola a usted, sí dan ganas de degustarlas. Y, ¿usted ha hecho todo esto? Antes, aquí sólo habían matorrales.-

    -Pues, claro querida. Ya tardaba en preguntarme. Acaba de ser testigo de un milagro, y, no se a usted ni inmutado. Sra. Sapicornia, eso es un claro signo sin duda, de que la "Red" la está engullendo.-  

    -¿La red? No creo estar comprendiendo bien lo que me dice.- respondió la Sra. Sapicornia arrugando las cejas pensativa, a la vez, que mostraba su interés meneando con la cabeza, esperando contestación.

    -Bueno, unos la llaman red, otros se refieren a ella como el muro, y, hay quién, incluso la llama la losa, pero, a mi, me gusta más decirlo así. Una red, siempre la puedes traspasar. Sólo, se necesitan las medidas exactas, para poder colarse por ella sin problemas.- dijo la Arraquela Uve, la oveja fucsia, sacando un botecito de cristal pequeño de dentro de una maletín de lana, y mostrándoselo a la Sra. Sapicornia.

    -Esto que ve, es una poción mágica. Conocida y estudiada durante años, por grandes e ilustres osos nórdicos de la Antártida. Su lucha por la supervivencia, en busca de una poción que los protegiera de dicha enmarañada red, les llevó a descubrir este elixir sagrado.- narró a modo cuento de miedo, sacando también un vasito del maletín. La Sra. Sapicornia escuchaba embobada.

    -Son once gotas exactamente para la mezcla. Aunque usted, por ser primeriza, debería de empezar sólo con tres. Luego se va aumentando la dosis según se coge experiencia, hasta llegar al número maestro.- dijo mientras con una cánula iba extrayendo el líquido de la botella, y vaciando once gotas exactas en el vaso, que luego ingirió de un trago.

    -Y, ¿Cómo podría yo conseguir eso?- preguntó la Sra. Sapicornia impaciente. 

    -Es muy sencillo, querida. Le voy a dejar apuntado ahora mismo unas señas, dónde podrá pedirlo siempre que necesite. El servicio de cigüeñas, le entregará el paquete sin problemas directo a su morada sin necesidad de transporte. Eso sí, vaya con cuidado con, a quién se lo cuenta. Ya le dije que las bestias, todavía no están preparadas. Le traería más complicaciones que beneficios, aunque sean, la buenas intenciones las que la guíen a contarlo. ¡Cielos! se me hizo tardísimo! He de marcharme inmediatamente. Espero un encargo de las colinas de las hadas, y éstas, no te reenvían el pedido si no te encuentras en casa.- exclamó llevándose la pata a la cara.

    -Ha sido un placer conocerla, Arraquela Uve. Sin duda, haré caso de sus consejos. Nadie crea un campo de margaritas de la nada.- dijo la Sra. Sapicornia mostrando sus dientes sonriendo, y, sin tristeza, que localizara dentro. 

    -Y no se preocupe por las instrucciones, vienen todas adjuntadas en el envío. Un placer Sra. Sapicornia, y hasta la vista.- finalizó con un guiño desapareciendo. 

    -Pero, ¿Cómo lo hace?- se cuestionó la pequeña Sapo escapando de sus adentros un risa que pareció sanarla instantáneamente.       

    

       


22.10.20

CAPÍTULO VII DULCE ROSA MARIPOSA

 Habían transcurrido varias semanas desde aquel día. El gobierno de Extralimitan, iba alargando los días del confinamiento por protección del pueblo. O, por lo menos, eso decían... Con unas medidas que se habían ido extendiendo hasta conseguir un cierre general del reino, en el que sólo, se permitían ciertas excepciones, un tanto contrariadas para el que las observaba con algo de conciencia, la autoridad de Extralimitan, continuaba alarmando a las bestias por todas las vías de comunicación. A la Sra. Sapicornia tanta incongruencia le había quitado el miedo de golpe, y, lejos de ser aquel encierro un martirio, se había convertido para ella y sus cachorros, en un retiro espiritual. Un detener de tiempo que mostraba otras maneras de vida. Nuevas posibilidades de convivir. 

El destino que se nos presenta, son solamente las opciones que hemos ido eligiendo, en esta, diabólica tela de araña invisible...

    -Jovenzuelos, voy a acercarme al poblado. Tenemos la despensa vacía. ¿Me estáis escuchando?- dijo la Sra. Sapicornia dirigiéndose a la silenciosa y gigante estancia en la que habitaban sus pequeños vástagos. -Claro, tanto jugar por las noches a quemarlo todo, luego no hay quién os despierte. Mirar como lo teneis todo por en medio. Está todo achicharrado. Un auténtico desastre. Con el esfuerzo que me ha costado ampliar la vivienda. ¡Siete robles hemos tenido que unir para tener espacio!- continuaba diciendo la Sra. Sapicornia sin conseguir que éstos, moviesen ni el bigote, a la vez, que iba recogiendo el cuarto. -Y, sin mencionar evidentemente el tufo que pega. En vez de con dragones, diría más bien que estoy viviendo con mofetas.- agregó abriendo el ventanal para ventilar un poco la estancia. 

Sin haber conseguido ni un soplido como respuesta, la Sra. Sapicornia se echó el manto encima, y se puso el antifaz que recomendaba el gobierno usar, para esos casos de urgencia en los que se tenía que salir para abastecerse. Enganchando el transportín que utilizaba para la compra, la Sra. Sapicornia salió de su morada arrastrando cómo podía aquel pesado carromato. Con el tamaño que habían alcanzado sus retoños, la bolsa que se colgaba a la espalda antaño, se le había quedado también pequeña. 

Llegando al paso del estanque, la Sra. Sapicornia se detuvo de nuevo por el cansancio. Los carruajes de las bestias que servían de agentes al gobierno, transitaban las vías imponiendo sanciones a todo aquel que no llevase justificación para el desplazamiento, o, un antifaz que evitase el contagio del fatídico parásito. Aunque, depende de donde fueras, tanto protocolo, parecía no ser necesario. En esos lugares, la bacteria, respetaba sin asaltar...    

    -Ahí están de nuevo... No se cansan...- dijo la Sra. Sapicornia bajándose el antifaz para poder coger aire. 

    -Es una pesadilla- contestó espontánea, una mariposa posándose en una piedra del estanque. -Yo estoy intentando pasar desapercibida, pero ni una mariposa como yo lo consigue. Es una persecución en toda regla. Ni por el aire tenemos escapatoria. Han puesto a libélulas a trabajar para ellos. Si ve por aquí alguna, me avisa.-  argumentó con un acento extranjero la dulce mariposa recogiendo sus alas. 

    -Sí. No se preocupe. Estaré alerta de por si aparece cualquier intruso...-dijo la Sra. Sapicornia mirando a ambos lados. -Tiene usted un acento muy bonito. Si no me equivoco, es usted una Morpho epistrophus argentinus ¿es así? tenía una amiga que tambien era de ahí. Tienen una entonación muy particular e inconfundible...-

    -Ha dado usted en el clavo. Mi nombre es Rosa Mariposa, y vengo volando de lejos huyendo de este delirio, pero, todos los reinos están igual. No se salva ninguno.-

    -Eso dicen en los informativos. Pero, no le parece extraño tanta contradicción? No me mal interprete. Siempre he sido alguien de estadísticas, y éstas, no se sostienen de ninguna de las maneras.-

    -Sospechamos lo mismo, querida. Los datos que nos ofrecen con la realidad que nos envuelve, son dos cosas muy distintas. Lo único que tengo claro, es que hay un poder superior a todo esto. Algo, por encima de nosotros que no debemos perder de vista entre tanto caos. No sé qué será, pero seguiré buscando esa luz entre tinieblas mientras tenga fuerzas. Las Morpho epistrophus argentinus, no solemos rendirnos facilmente ni cuando somos orugas. La magia existe. Es una metamorfosis.-

    -Sí. Magia... Qué le voy a contar... Y con qué facilidad nos olvidamos de eso. La rutinaria vida es como una losa para el desarrollo de lo divino. Ni teniendo un cuerno de Unicornio en mi frente a veces la siento. Es como la inspiración. Viene y se va...-

    -Supongo que todo es un estado de la mente. De cómo transformamos lo que percibimos y vemos. Pero, si yo no dispusiese de fe, no hubiese aguantado hasta convertirme en mariposa. Es un largo camino donde no siempre se cree posible alcanzar el sueño.- dijo Rosa Mariposa pestañeando con gracia. 

    -Me recuerda usted a grandes verdades. Es esperanzador escucharla.-  

Dark, el gigante dragón rojo de Nom, que parecía tener otro día de pulgas, pasó rugiendo de nuevo por los cielos pareciendo bramar algo que no se hacía entendible por la distancia de éste. 

    -Parece que sigue malhumorado. Me encantaría saber qué dice.- expresó la Sra. Sapicornia con la vista puesta en las nubes. Rosa Mariposa, levantando el vuelo y soltando polen a su paso cúal polvo de hada, se despidió de la Sra. Sapicornia revoloteando sobre ella. 

    -¡Volveremos a vernos!- dijo alejándose alegre. 

De vuelta a casa con el carro lleno de alimento, la Sra. Sapicornia sonreía hacía sus adentros mientras se decía.                     "Gracias, pequeña mariposa"

 

21.10.20

CAPÍTULO VI DON CURRO TRILLI, EL NOBLE LINCE Y LA ESTRELLA NINJA DE TRES PUNTAS

Puntual, y con el amparo siempre de alguna bestia que sucumbía por caridad, a la frágil Sra. Sapicornia, subía otro día más, la pesada reja que custodiaba el comercio donde trabajaba en la rúa del Artesano treinta y tres. 
Encendiendo los aparatos que necesitaba para ponerse en marcha, y con una sonrisa que resistía a pesar de todo, enchufó también el transistor ajustandolo hasta el canal de noticias. No le costó mucho encontrarlo, pues todas, parecían retransmitir lo mismo.  
    -¡Completos! Todos los servicios de asistencia están colapsados. Pedimos a todas las bestias que colaboren de todas las maneras posibles ante este gran drama que nos acontece. Es una gran responsabilidad de todos que salgamos de ésta sin tener que lamentarlo.- dijo una voz sonando como un silbato. La Sra. Sapicornia entre cerró los ojos presintiendo. Conocía esa voz. El gobierno de Extralimitan se había hecho con los noticieros. 
    -Si estas bestias están al mando, seguro que no traman nada bueno...- pensó en alto palpándose el cuerno de unicornio. En aquel momento, un lince con traje negro de ninja y, bandana anudada a la frente, entró en el recinto dando tres volteretas en el aire con una magnífica técnica, que selló con una perfecta caída de pie. La Sra. Sapicornia tragó saliva impresionada. 
    -¡Magnífico! ¡brillante!- dijo aplaudiendo y haciendo reverencia. 
    -Todavía puedo sorprenderla más- contestó el lince sacando una estrella ninja de tres puntas y apuntando al centro de una tabla que había al final de la trastienda.  
    -Estoy practicando para lo que viene. Yo, no me voy sin pelear- añadió lanzando la estrella y clavandose ésta dónde había señalado. 
    -Vaya, eso sí que ha sido bueno. Una puntería y precisión admirables. Yo siempre que veo un filme, si éste, es de artes marciales, salgo creyéndome una experta Samurai. Luego, viene la realidad.- dijo la Sra. Sapicornia poniendo sus brazos en posición de defensa a la vez que sonreía. 
    -Puedo ayudarla con lo que quiera. Esa es mi profesión, el arte de la defensa. Hay diferentes técnicas, pero con constancia, todo es posible. Me llamo Curro Trilli, y, cómo puede ver, soy un lince ninja- 
    -Que es usted un ninja, no lo pongo en duda. Se ve a leguas que sabe usted lo que hace. Yo soy la Sra. Sapicornia para lo que pueda servirle.- dijo extendiendo su anca a modo de presentación. La voz salida de la radio pausó el momento por el pavor de su noticia. 
    -Y, por decisión unánime del gobierno, bajo ordenanza y decreto, clausuraremos todos los valles y poblados de Extralimitan llegada el alba. Ninguna bestia podrá ser vista sin una imperial justificación, o, de lo contrario, las penas serán severas con todo aquel que no respete la norma. Recuerden, todo esto lo hacemos por la seguridad de nuestro pueblo y de nuestros delicados mayores. No debo recordarles que éstos, frente a esta asesina bacteria, podrían lamentarlo mucho con un funesto desenlace.- 
    -Terror y más terror, eso es lo único que infunden esta pandilla de descerebrados que nos gobiernan. ¿A eso lo llaman una solución? ¿Cerrar todo un reino? y, ¿quién se supone que va a darnos de comer en este encierro? ¿Ellos? En toda la mañana no he escuchado más que sandeces.- 
    -Yo sigo sin entender lo rápido que se ha extendido el parásito. Ha sido un cerrar y abrir de ojos, y parece estar cambiando todo. Me cuesta asimilarlo...-
    -Sí. Es de chiflados todo. Vaya usted con cuidado al salir Sra. Sapicornia, lo mismo en tres horas pronostican meteoritos...¿Tiene usted retoños? Yo tengo tres preciosos deberes que me reclaman- dijo asomando la cabeza a la rúa y moviendo la estrella ninja de tres puntas como queriendo lanzarla. -Con la que está cayendo, prefiero no quitarles el ojo de encima. La familia, y, una buena disciplina en alimentación y ejercicio, son las bases realmente importantes de esta vida-
    -Tengo dos gigantes dragones como vástagos don Curro Trilli. Lo más preciado que tengo.- dijo la Sra. Sapicornia envuelta en añoranza. 
    -Pues eso la mantendrá firme.- agregó el lince con una mueca de comprensión. Y, es una pena no poder ojear sus tablas de salto. Tienen muy buena calidad, y, unas marcas excelentes. Eso es lo que me hizo entrar de tres saltos cuando vi de forma casual el escaparate. Me recuerdan a años de adolescencia- dijo agarrando una, y observándola casi con ojo de lupa.   
    -Pues, cuando pase todo esto puede volver a probar una y teletransportarse al pasado. A veces, una cosa, puede no tener espacio tiempo. Simplemente te traslada...-

Aquel día, extraño, concluyó pronto con el cierre de persianas y puertas, de los establecimientos de la rúa de los Artesanos entre temores y llanto. Todas las razas, y, también la Sra. Sapicornia, regresaron a casa aquella tarde con miedo e incertidumbre. Los informativos, sonaron exactos en todas las cuevas del valle. Iguales, en todas las moradas de los huecos árboles. Idénticos, debajo de todas las piedras del reino.  
  

20.10.20

CAPÍTULO V RKV LA LOBA DE LA CUEVA DE LIZA

Llegando al poblado de Agobio, un pájaro Cuculus Canorus, o, también conocido como el relojero de Cuco, silbó tres veces en lo alto del puente indicando que pronto serían las once de la mañana en el valle. El camino sin duda había sido distinto al que acostumbraba a tener la Sra. Sapicornia. Entretenido más bien. Aquellos diferentes personajes con los que se había topado en su trayecto, le habían dejado una sonrisa fija en el rostro que amenazaba con durarle todo el día. La Sra. Sapicornia, de conocido carácter alegre, era como un imán de atracción irremediable para las singulares bestias que percibían el magnetismo de onda. Eso le fascinaba porque lo comprendía como frecuencias que en cierta manera estaban enlazadas. 

En la cantina de Usanza, como de costumbre, se aglomeraban las bestias entre cafés y tentempiés, esperando a que llegase la hora exacta para pasar a su destrucción, y perder otro día más de vida a cambio de nada. Aunque muchas lo disimulaban bien con una practicada sonrisa plastificada, tenías que estar muerto para no percibir la amargura que éstas, desprendían esos seis minutos antes de ir a fichar en aquella invariable existencia. Hoy, sí parecía quedarle a alguien aprecio por su vida.

    -¡Cómo se atreven! Ya ni la vergüenza esconde este estado sin principios contra un pueblo trabajador que tan sólo lucha por defender su alimento. El gobierno de Extralimitan nos quiere fiambre. De eso no tengo duda...- Lamentaba una loba de espíritu guerrero entre pausas, sentada en la barra expirando aullidos que se le escapaban de dentro. -Deberíamos de estar en nuestras cuevas y moradas con nuestros pequeños. ¿Acaso es inmortal la clase obrera?. ¿No le afectan los parásitos del entorno? Ya no queda espíritu ni dignidad si éste, no puede convertirse luego a monedas... Eso, es lo que somos, funesto dinero.- Añadió acabando su batido de un trago y soltando otro aullido de llanto. La Sra. Sapicornia retuvo las ganas de acercarse a aquella loba del color de un erizo y abrazarla. No estaría bien visto entre desconocidos dejarse llevar así por la emoción, así, que contuvo las formas apretando el labio. De todas maneras algo se le escapaba. Estaba siendo una mañana extraña, pero, ¿tanto como para sonar a advertencia del fin del mundo?. Colándose por la puerta de la cocina, encontró como esperaba a la señora Pop y sus ocho diestros tentáculos, que desplegaba con arte entre las cinco ollas que dominaba sin problema mientras preparaba el menú del día.  

    -Buenos días Sra. Pop, huele de maravilla su comida. Manjares de dioses diría más bien. Es todo un arte ver sus ocho extremidades en acción.-

    -Buenos días querida amiga Sapicornia, aunque buenos, buenos, no los llamaría así. Miedo me da de tener que tirar todos estos guisos. Llevo toda la mañana preparándolos. ¡Una pena, una pena! Lo mismo le doy unos cacharros y así tiene usted para unos días.- 

    -¿Para unos días? De eso quería hablarle. Hay mucho revuelo en la cantina. ¿todo esto es por el parásito? Es verdad que por el camino sonaba la misma cantinela una y otra vez, pero no le di más importancia. Ya sabe que aquí en el valle el chisme está en cualquier esquina.

    -Eso sí que es vivir en las nubes Sra. Sapicornia. No puedo creer que no esté al corriente. ¿No ha escuchado a Rkv la loba de la Cueva de Liza? Se oyen sus aullidos desde aquí. Viene de lejos y tienen allí el mismo panorama desolador -

    -Pero si cuando salí hace dos horas la bacteria estaba en Trina. Al otro lado del...-  

    -Pues se ha extendido rápido como la pólvora, querida. Están avisando con cerrarlo todo.- dijo la Sra. Pop sin dejarla terminar. -Y, qué decir, de los años a cuestas que lleva soportando mi molusco cuerpo el trote. Me veo con mis ventosas en el otro barrio- añadió utilizando un tentáculo para santiguarse mientras a la vez, meneaba el guiso con los siete restantes. La Sra. Sapicornia algo contrariada y preocupada por el mensaje de la casera, aprovechó el delirio en el que ésta se había zambullido, y abandonó la cocina de puntillas cuál ladrón de alcoba no se le fuera a pegar el miedo... 


19.10.20

CAPÍTULO IV SOL DE CABALIA, LA YEGUA ALBINA

Con el rumbo fijo a la obrera villa de Agobio pero no las ganas, la Sra. Sapicornia caminaba a paso lento hacia lo que pretendía ser, otra mañana laboral en aquel calendario de existencia, en el que se iban tachando los días sin pena ni gloria. Si algo le hacía todavía olvidar, el desanimado presente por el que sin remedio caminaba, eran aquellos pequeños dragones que tenía como retoños. Ser un sapo y poder volar a lomos de un dragón, no era algo muy común por la zona. Aunque también acarreaba alguna que otra complicación por el tamaño de éstos, no era comparable a la recompensa que recibía de poder disfrutarlos. Sin darse cuenta la Sra. Sapicornia, tenía enfrente las soluciones a muchas de sus preguntas, pero distinguirlas cuando se llevaba un velo, no parecía tarea sencilla.

Descendiendo la ladera absorta entre cábalas sin fin, que no emitían sonido alguno fuera de su cabeza, una gran multitud reunida bajo un gran olivo, la devolvió al presente ipso facto.

    -Todo lo que hasta ahora creíais como cierto es una gran mentira tejida a conciencia durante siglos para evitar que deis con la verdad. Y, aún conociendo ésta, os aseguro que se necesita de un gran coraje y fe para afrontar los diferentes retos a los que seréis expuestos y manipulados.- Argumentaba la yegua de blanca y reluciente crin mientras repartía entre los espectadores unos folletos que incitaban al alboroto, y que firmaba, como Sol de Cabalia. Un búho tuerto y malhumorado no tardó en hacerse oír demostrando su descontento con lo que ahí se leía. 

    -¿Acaso está usted diciendo o dando a entender que lo acontecido en Trina podría ser una patraña? Haga el favor de no escribir sandeces. Hasta un insecto sabe que ha de ir con cuidado con dicho país. ¿Es que usted no ve los informativos?-soltó el búho con una ira que rápido se contagió entre los asistentes, que, a su vez, también graznaron.

    -No puedo admitir lo que están viendo mis ojos. Vil, el búho habla con cordura. Esto que describe en estos papeluchos es blasfemia pura, doña Sol de Caverna...-

    -Mi nombre es Sol de Cabalia, de los Sol Dorado de las Montañas Altas, ¿Le suena Alma Universal? Ya veo que no... Y además, no dispongo de más tiempo para preguntas u ofensas sarcásticas desagradecidas. Encima de que les hago un favor- dijo la yegua moviendo la cabellera con chispa y abriéndose camino entre el público. -Toda la información la encontrarán en los panfletos que les he dado, y que voy a dejar aquí mismito. Y no descarten que me acerque por aquí mañana de nuevo con noticias frescas. La información es poder. Y sobre todo, no se olviden de brillar-

La Sra Sapicornia subida a una piedra la observaba entusiasmada. Era lo más parecido a un unicornio que había visto, y, no podía negar que en cierta manera le hacían gracia las cosas que contaba. Dando dos saltos dignos de un atleta de pértiga, se plantó delante de la yegua antes de que ésta emprendiese el trote. 

    -Disculpe, ¿podría darme un folleto también a mi? Me resultan interesantes las cosas que cuenta. Y por cierto, me tiene fascinada su cabellera albina-

    -Oh, gracias querida. Lo de mi crin es de profesión. Una práctica que llevamos ejerciendo en la familia durante años. Ahora mismo, me dirijo a retocar una melena que se ha puesto revoltosa por andar el dueño jugando entre zarzas. Voy a tener trabajo para dejarla sedosa de nuevo. Pero eso, son gajes del oficio como se suele decir. No se imagina lo que he llegado a ver- dijo la yegua sonriendo y mostrando su perfecta dentadura . 

    -Siempre he admirado a las bestias que se hacen peinados con facilidad. Pueden variar todos los días de aspecto si tienen traza. Yo, apenas sé decorarme el cuerno-

    -Hay remedios para todo, querida. Se sorprendería de la de milagros que hemos hecho sin explicación ninguna. Le voy a entregar también, una tarjeta donde podrá encontrarme si me necesita. Mi nombre es Sol de Cabalia y ¿el suyo? Me pongo a darle al morro y se me va el santo al cielo...- dijo la yegua entregándole una tarjeta y los panfletos informativos a la Sra. Sapicornia que sacó de una bolsa hecha de nylon.

    -No se inquiete, yo soy toda una entendida en monólogos. No necesito de nadie que me haga de público para mi obra. Soy la Sra. Sapicornia, de Fuente Azul. Iba de camino al poblado de Agobio y me he parado a escucharla. Sonaba muy inspiradora. ¿De qué hablaba exactamente? He llegado a medio discurso- 

    -Me pasaría horas hablando de ese tema. La gran mentira. Las bestias no están preparadas para la verdad. Nadie quiere escucharlo. No, esa historia no les interesa ni les gusta. Es mejor vivir emperrado en una vida de engaño. Pero tú seguro que eres diferente. Lo detecto. Perdón, usted, a veces pierdo las formas. Como decía, los caballos tenemos ese instinto innato desde que nacemos. Y casi podría adivinar que usted, si no ha despertado ya, lo hará muy pronto. Déjeme que la observe- añadió Sol de Cabalia moviendo el rabo perspicaz y acercándose a la Sra. Sapicornia como queriendo ver más allá de sus pupilas.

    -Y, ¿Qué quiere decir cuando despierte?- preguntó la Sra. Sapicornia confusa.- ¿Quiere decir que ahora estoy dormida?-

    -En breve lo sabrá. Cuando lo estás, digamos que lo sabes.- respondió la yegua apartándose satisfecha de lo que parecía haber sido una exploración médica del alma.- Ahora, querida, debo irme o mi cliente se tirará de los pelos- dijo riendo como si fuese un chiste del gremio. -Ha sido gratificante compartir este rato con la Sra. Sapicornia. Estoy segura de que el destino volverá a cruzarnos.- agregó alzándose cual caballo que va a la guerra. 

Una nube de polvo en la colina desdibujó a Sol de Cabalia alejándose. La Sra. Sapicornia quizás llegaría tarde aquella mañana a su puesto en Agobio, pero ¡qué mañana! 

16.10.20

CAPÍTULO III JOR DE YN EL DELFÍN Y LA DISCIPLINA DE LOS NÚMEROS

El camino que seguía robóticamente la Sra. Sapicornia era frecuentemente el mismo. Casi podía hacerlo con los ojos cerrados, no necesitaba de atención. Saltito a saltito lo recorría sin ningún tipo de emoción. En el, se observaban diferentes sendas en las que nunca se había adentrado por falta de tiempo. Pero no por eso iba a negar que le llamasen la atención despertando curiosidad cada vez que en ellas se fijaba. 

"¿Dónde llevarán? ¿Y por qué sigue estando su rastro intacto en ellas? ¿Quién camina por encima para que éstas no se borren? Demasiadas preguntas que simplemente tendrían respuesta escogiendo ese destino en vez de otro. ¿Y por qué no lo hacemos?" Esa contestación si creía tenerla de hace tiempo o por lo menos era con lo que se auto convencía para no afrontar que se estaba rindiendo. Porque vivimos la vida que otros quieren que vivas y muy a su pesar esta vez ella también lo estaba haciendo. Esas reflexiones la engullen de vez en cuando. ¿Y, a quién no?

En una misma dirección siempre hay diferentes vías para acceder a ellas. Infinitas posibilidades que se van abriendo con cada decisión que creemos tomar como correcta. ¿Y cómo explicar o detener un pensamiento cuántico?   Pero de poder escoger entre cárceles el ser libre de corazón aún parecía ser su estandarte por eso posiblemente conservaba el cuerno de Unicornio. 

Volviendo a la realidad física de la tercera dimensión un eco parecía repetirse en todas las conversaciones con las que se había ido cruzando de manera casual en su trayecto, la Sra. Sapicornia. Curioso era observar que éstas, iban variando  dependiendo de la mente que las analizaba y a su vez, haciendo que surgieran conversaciones un tanto curiosas a su paso...  

    - Se está extendiendo rápido como el viento en el país de Trina, querida.  Las bestias no parecen tener salida frente a este parásito. Y, ¿Qué quiere que le diga? ya se comenta que es debido a la falta de higiene de un mercado con el nombre de Gukan de dicha población. Yo particularmente no lo he visitado pues tampoco se me ha perdido nada por esos lares. Es una cultura que se escapa a mi entendimiento. ¿No piensa usted lo mismo querida Cucarrach?- preguntaba un lagarto un tanto extraño mientras jugaba con su bigote a la vez que hablaba con una dama de los escarabajos peloteros muy emperifollada.  

    - Desde luego Sr. Lagarto. Y dice el gobierno de Extralimitan que no hay de qué preocuparse. Todo bajo control según las fuentes del transistor. Aquí lo tomamos todo a broma hasta que nos arrean la leche como se diría vulgarmente. Mientras sigan con las fronteras del valle abiertas estamos expuestos a todo. Verá usted cómo en siete días tenemos aquí la maldita bacteria. -  En aquel momento, un delfín en patinete a motor un tanto pasado de velocidad acaparó toda atención impactando contra un árbol   haciendo sacudir sus ramas por el golpe del mamífero. 

    -¡Vaya día llevo! ¡Vaya año diría más bien! Este año cuatro le consigue quitar el ánimo a cualquiera. Pero es que es así, nueve más cuatro son cuatro de toda la vida.  Esto no hay bicharraco que lo soporte. Tendremos que ser pacientes al año cinco. Vaya que sí. Ese sí será un buen año y no habrá entonces quien me pare- murmuraba entre carcajadas mientras levantaba el velocípedo contemplando el estropicio de lo que parecía ser su transporte. Alzando la vista y recomponiéndose un poco se dirigió a los allí presentes.         -¿Alguien podría echarme una mano? Aunque debería de decir más bien unos pies, esos de los que yo carezco...- dijo esta vez proyectando la voz.

 Un silencio de aproximadamente tres segundos fue lo que tardaron las  bestias en proseguir con lo suyo. La Sra. Sapicornia impactada aún por el porrazo del que había sido testigo se le acercó a saltos lentos. Estaba siendo una mañana curiosa. Un dragón volando disgustado soltando fuego, y ahora, un delfín en patinete.  

    -Disculpe que haya tardado en reaccionar. Cuando he visto que raudo se levantaba y se reía, la verdad, es que he suspirado. Aunque no puedo negar que me haya asombrado. Se necesita un cuerpo como el suyo para soportar un golpe así. Yo me hubiese hecho añicos sin duda a esa velocidad. Pero perdone de nuevo, no le he preguntado si está usted bien - dijo la Sra. Sapicornia poniendo los ojos hacia arriba en esa lucha interna que llevaba entre su emoción y dejar hablar al prójimo. 

    -Sí, no ha sido nada- contestó entre carcajadas el delfín quitándose una rama que se le resistía. 

    -Eso me pareció. Nadie puede levantarse de esa manera si no está bien-

    -Pero no puedo decir lo mismo de mi vehículo a motor. Se ha desviado toda la dirección y cómo ve, no dispongo de piernas.- agregó señalando con las aletas su cuerpo fusiforme y mostrando una sonrisa como si en el fondo aceptase su destino. 

    -Comprendo. Pero yo por mi tamaño no creo que pueda servirle de mucha ayuda, pero si se le ocurre algo...- dijo la Sra. Sapicornia levantando los brazos.

    -¿Eso que tienes en la cabeza es un cuerno de Unicornio, o me está fallando la visión por el coscorrón?- preguntó el delfín algo contrariado pero sin desdibujar su sonrisa. 

    -Sí. Es una larga historia. De momento tu vista está perfecta. De eso no tienes de qué preocuparte- sonrió la Sra. Sapicornia toqueteándose el asta y evadiendo el tema.  

    -Podría venirme bien para enderezar la rueda si me dejas intentarlo. Sólo deberías de empujar aquí mientras yo soporto el manillar.-  Jor de Yb y la pequeña Sra. Sapicornia se pusieron a ello. 

Reparada la dirección sin ningún altercado que no fuese alguna que otra mancha de grasa, una duda le asaltó al recordar ese parloteo singular que tuvo el delfín consigo mismo citando números que a la Sra. Sapicornia le habían intrigado.

    -Perdone que le haga una pregunta. ¿Qué eran esos números de los que hablaba cuando ha tenido el accidente?- 

    -Oh sí, numerología. Esa nunca falla. ¿Sabe usted de lo que estoy hablando? y deje que me presente. Mi nombre es Jor de Yb y como puede apreciar soy un delfín de Liberty.- dijo extendiendo su aleta a modo de saludo entre carcajadas que incorporaba en casi todas sus frases. 

    -Encantada. Yo soy la Sra. Sapicornia de Fuente Azul. Está muy próximo de dónde nos encontramos. Es el atajo que suelo coger para llegar antes a mi faena y que me sobre algo de tiempo para tomarme un té en el bar de Usanza. Ya sabe, un tentempié psicológico para afrontar el día laboral-

    -Si quiere puedo ayudarle con eso en agradecimiento por su tiempo y colaboración y si me apunta aquí algunas fechas puedo decirle cosas acerca de usted. Cómo ve, la escasez por socorrer al semejante no es algo que se practique y ser agradecido es algo que me enseñaron desde pequeño- dijo extrayendo una libreta y un lapicero de una mochila.

    -En eso de la escasez debo darle la razón. Es la pasividad de las bestias la que nos somete a un mundo así. Ponerse un velo cada vez que se deja la morada. Yo todas las noches he de invertir un tiempo para quitarme ese alquitrán. Y pobre de si te descuidas un día. No amaneces sin eso adherido. Lo mismo que una espiga a un calcetín que si no lo quitas eso sigue ahí enganchado. De todas maneras lo hice sin esperar nada a cambio. No tiene que agradecerme nada- liberó la Sra. Sapicornia casi de un soplido.

    -Seguro amiga que está usted en un año cinco. Esa fuerza se ve presente. No se ande con finuras y apúnteme en esta hoja la data de su bendecido aniversario. Es algo más complejo de lo que le voy a contar ahora, pero si es algo que le interese, algún día puedo explicarle con más tiempo la causa y efecto tan grande que producen dichos números. Entenderá que depende de ellos y que a la vez del mismo propio- 

La Sra. Sapicornia se apretó el labio conteniendo quizás las infinitas preguntas que a su vez se formaban en su pequeña cabeza ahora mismo repleta de ellas. Sin querer espantar al simpático Jor de Yb, la Sra. Sapicornia se limitó a escribir la fecha y le devolvió la libreta esperando curiosa que haría con eso. El delfín empezó a hacer cálculos moviendo la cabeza como si fuese poniendo ahí los números que parecía sumar por lo que musitaba. 

    -¡Lo sabía! Estás en tu año cinco. No podía ser de otra forma. Lo he detectado rapidísimo al escucharte hablar.  De todas formas has de saber que tú, el número que a ti te representa es un uno...-  soltó de nuevo entre risas.

Durante aproximadamente diez minutos aquel delfín le empezó a contar los distintos números que parecían tejer su personalidad. Aunque ella  a veces luchase  contra sus propios demonios, debía entender que muchos eran condicionados por esta numerología que a modo de prueba estaba dispuesta a conciencia para una mayor evolución de uno mismo. 

    -Vaya, me ha dejado realmente sorprendida la proximidad del acierto. Casi ha podido entender mi lucha interna.- Añadió la Sra. Sapicornia sin pestañear. -Le haría tantas preguntas...- volvió a decir. 

    -Pues aquí le dejo anotada mi dirección y cuando se anime, no lo dude. Pase a verme-  expresó riendo con esa inconfundible risotada que parecía formar parte también de su personalidad subiéndose al trasto. 

    -Vaya con cuidado Sr. Jor de Yb y gracias por la explicación. Ha sido muy interesante poder escucharle. Tendré en cuenta su sabiduría- dijo la Sra. Sapicornia mientras éste y su risa se alejaban cuesta abajo por la ladera del valle.   

 

15.10.20

CAPITULO II DARK, EL GIGANTE DRAGÓN ROJO DE NOM

El verano iba pasando sin cambios. Aunque las ganas por un mundo mejor eran grandes, la costumbre de años pesaba demasiado todavía para iniciar ningún cambio. Ese ritmo frenético en el que vivían inmersos no les permitía pensar con claridad, ni tampoco pararse a mirar su entorno. Lo no físico que los rodeaba. En tan sólo dos meses, el cuerno de la Sra. Sapicornia había menguado. ¿podría ser que negar su esencia estuviese a la vez desdibujando su poder? La Sra. Sapicornia quizás ya no se quería. Terrible destino al que se enfrenta un cuerpo sin alma. O por lo menos, era lo que siempre había creído, y, aunque ahora no quisiese escuchar aquella voz de conciencia, algo en su interior sabía que era verdad.
Un día como otro, encendió la Sra Sapicornia su trasto de noticias esperando como de costumbre el escabroso hilo de incidentes que ocurrían cotidianamente en el valle. Pero algo aquella mañana sonó diferente. 
"Parece ser que ha sido producido por un extraño germen infeccioso que sin piedad, ataca a la población de Trina. Sus habitantes alarmados, colapsan los centros de atención de bestias" resonaba una voz en la radio alarmante que hizo detenerse a la Sra. Sapicornia de sus quehaceres para subir el nivel del transistor. 
"Las autoridades de la población de Trina están investigando las causas y el origen del extraño parásito, seguiremos informando"
    -Desde luego las malas noticias nunca vienen solas. Ya podría alinearse de la misma manera la buena suerte. ¿Acaso no tiene el mundo suficiente drama?- Suspiró como quitándose mil kilos de encima. Sus ojos dieron dos vueltas y agitó la cabeza para sacudirse las ideas. Aunque llevaba tiempo practicando esta técnica no parecía funcionarle muy bien, pues éstas, volvían de nuevo una y otra vez como un boomerang, como atadas con una goma a su cerebro. "Qué difícil es desprenderse de algo que está dentro como tu propia mente, es imposible ganarle pues no parece agotarse" añadió sin sonido alguno a la vez que se ponía la capa para salir a la calle. 
Apenas recorridos once metros un fuerte alarido resonó cuál estruendo en el valle. Dark, el gigante dragón rojo de Nom, volaba sin rumbo y enfurecido entre las nubes dejando una estela interminable de fuego a su paso. Aunque estaba acostumbrada a vivir entre ellos, éste, era de linaje real. Criado desde la teta por dragones con todo lo que eso implicaba. Simplemente fantástico a su parecer. 



14.10.20

TEMPORADA II CAPÍTULO I UNA CHARCA CASI VACÍA

 Abanico en mano, de todos los calurosos veranos recordados en el valle por los más vetustos de la aldea, un sofoco como aquel, no se conocía en años, exclamaban muchos entre bufidos, en lo que se había convertido sin duda, en la única conversación de la zona. Apartados del bullicio en el estanque Esperanza, casi seco por la escasez de lluvia, aquella mañana, también se opinaba al respecto del asunto entre sus dos únicos huéspedes. El Sr Coco, una crecida y abandonada a su suerte tortuga de tienda de California, y, cómo no, la Sra. Sapicornia, que flotando panza arriba sobre una hoja, la escuchaba sin remedio en una conversación que unía con otra, en un interminable monólogo. 

     -¿No le parece extraño la poca afluencia de bestias en el estanque esta mañana Sra. Sapicornia? Con este insufrible bochorno, no me extraña que al Sr. Gatopardo de la cueva del Este, le diera un desmayo dos lunas atrás por el ahogo. Dicen, que tuvo fortuna por encontrarse cerca el doctor Comadreja que pasaba justo por ahí con su maletín de ungüentos milagrosos. Que, a un chasquido estuvo de la muerte. Hasta estrellitas dijo que se le aparecieron cuando pestañeaba- Narraba el Sr. Coco haciendo aspavientos asegurándose la atención de su amiga. 

     -Leo, el búho del tiempo, utiliza el término cambio climático como interpretación a estos días de fuego - prosiguió el Sr. Coco. -Y, se afirma en pronosticar, que vendrá infortunio en los próximos días. No sé dónde encontraremos refugio ni a qué santo nos encomendaremos. ¡La charca está casi vacía! ¡estamos condenados al fin! - Exclamaba como sacado de una obra dramática de Shakespeare en pleno acto. 
La Sra. Sapicornia, se mordió el labio con preocupación, al contemplar, la poco agua que llenaba un estanque cada vez más, y más marchito. ¿Estaría desapareciendo ella como la charca? Tragó saliva dirigiendo sus pensamientos lejos. Sacando de su bolsillo un artilugio que siempre la acompañaba, observaba todas las mañanas con el mismo entusiasmo al levantarse, aquel infalible aparato casero del tiempo. Esperando unas lluvias que reparasen el triste desastre que estaba ocasionando, aquella oleada seca de calor interminable, éste, no cambiaba por mucho que lo mirase. 
    -¿No cree usted Sr. Coco que deberíamos hacer algo? Quedarnos esperando el cambio es quizás resignarse-
    -Desde luego que sí, pero, ¿Qué sugiere querida? No podemos dibujar nubes para que se cree la magia, y descarguen su milagrosa agua sobre el valle-
     -¿Magia?... Quizás nos hemos olvidado completamente de eso, de la magia Sr. Coco... -dijo en voz alta la Sra. Sapicornia tocándose el cuerno de su frente, cerciorándose de que éste era físico.
     -Poca fe queda en este anciano cuerpo de tortuga . La que cree en unicornios es usted - 

Un largo silencio se apropió del momento, y sólo eran los pensamientos los que resonaban sin sonido en sus cabezas. Al Sr. Coco casi se le podía adivinar lo que tramaba por sus gestos. Una idea tuvo que ser lanzada por la conciencia.

     -¿Quiere, usted entonces que meditemos un plan al respecto? Estoy dispuesto a todo amiga. Podría decirse que soy todo oídos si es que se trata de formar una revolución. Total, ya no tengo mucho que perder. Podría decir que casi nada.
A la Sra. Sapo le brillaron los ojos...