29.10.20

CAPÍTULO IX MADAMA TATIMÍ DE ARGENTA, LA MENSAJERA DE LAS HADAS

 Soñar. Algo que todas las almas de este inexplicable mundo, por muy diferentes que entre ellas sean, comparten sin remedio llegada la hora del imprescindible descansoSumergiendo al débil cuerpo en un estado casi de parálisis reparador, la mente escapa de la materia física de la que también es parte, haciéndose independiente y pasando a otra realidad, alejada de patrones ni de espacio tiempo. Todo un abismo por su inmensidad, en el que aleatoriamente puedes amanecer con pérdida total de memoria, o, recordando hasta el último detalle del delirio... 

    -¡No!- gritó la Sra. Sapicornia despertando de un brinco en mitad de la noche, y empapada en sábanas de terror. Un mal sueño todavía fresco, y, latente en su acelerado pulso, se le repetía en el subconsciente, aportándole nuevos recuerdos a los que no le encontraba ninguna explicación. Encendiendo el quinqué que decoraba la mesita de noche, iluminó la estancia sintiéndose mejor. No le gustaba la oscuridad, ésta, le producía escalofrío. 

    -¿No puedo tener sueños normales? ¿He de soñar siempre con fantasmas, espíritus, incluso, no vivos? Toda la noche huyendo. Es aterrador- suspiró entrecortada como si le faltase el aire. Levantándose de la cama, y calzándose sus diminutas zapatillas de estar por casa, se dirigió a una de las ovaladas ventanas de madera de la alcoba, buscando un poco de brisa fresca, que le quitase el sofoco que aún sufría por la angustia de la pesadilla.


    -Este silencio pesa aún siendo invisible- dijo para sí, asomando la cabeza por el marco de la ventana mientras contemplaba el nocturno y dormido valle. Abriendo sus dos pequeños orificios nasales, a la caza de oxígeno puro, notó, que éste, volvía a ser frío al inspirarlo. El recuerdo de la pesadilla se esfumaba como el humo en cada exhalación. 

    -Parece que vamos de nuevo al frío... Hasta mi helada sangre lo nota...- dijo la Sra. Sapicornia cerrando los ojos.

    -Ya no se puede fiar una, de las estaciones ¿verdad? Hoy hace frío, y mañana calor... Depende de cómo se les antoje el baile- respondió una dulce y espontánea voz, que provenía del cerezo de enfrente. La Sra. Sapicornia, agudizó la vista a visión nocturna sin descartar, que lo estuviera aún soñando.  

    -Aquí, arriba. En la copa. Tiene que girar su cabeza unos veintidós grados más para poder verme- sonó de nuevo la desconocida voz. -Ya veo que usted, también se ha desvelado del sueño. El descanso, ya es sólo para los inconscientes...-

    -¿Hola?... ¿Está hablando conmigo?- dijo la Sra. Sapicornia alzando la voz a la nada algo contrariada.

    -Desde luego, querida. Ahora mismo bajo, o despertaremos a todo el vecindario con el vocerío-  

Descendiendo del árbol cual revolotear de hada, una preciosa hembra colibrí de rojos y vivos colores, se posó en la ventana de la Sra. Sapicornia como una pluma cuando besa el suelo.

    -Vaya, el ave más pequeña del mundo... Nunca había visto una tan de cerca. Son muchas las historias que cuentan de colibríes... Dicen, que vivís con las mágicas Hadas del Sur...- dijo la Sra. Sapicornia observándola curiosa, con la mente repleta de leyendas que le venían a la cabeza. 

    -Sí. De ahí provengo. Como se diría, literal. Adoro el lenguaje, y sus miles de formas de poder decirlo. Madama Tatimí de Argenta, enviada especial para servirla. Me sé su dirección de memoria. Sra. Sapicornia del valle de Fuente Azul, primer roble del estanque Esperanza- dijo de carrerilla la pequeña ave. 

La Sra. Sapicornia, tragó saliva asombrada. Aquello, no estaba siendo simplemente una casualidad. 

 -Traigo un mensaje real para usted, querida. Nuestras amadas Hadas, llevan tiempo intentando comunicarse con usted, como así estaba acordado desde los albores, enviándole sutiles avisos a su frecuencia, pero, no parece reparar en ellos por la dichosa red. Así, que me han tenido que mandar a mi, en misión de rescate urgente. No se preocupe, querida. Es muy frecuente esa reacción. Son pocos los que interpretan las señales- agregó la bella colibrí sonriendo. 

    -¿Avisos? ¿Señales? Es un placer Madama Tatimí de Argenta, pero no sé de qué me habla. Si pudiese explicarse mejor...- respondió la Sra. Sapicornia recapacitando, de que, últimamente, no hacía otra cosa que parecer ignorante. 

    -Es de suma importancia este despertar. El paso será inminente, y la conciencia del alma, será nuestra gran salvación. Observe su entorno. Piense, Sra. Sapicornia, es más sencillo de lo que usted admite...-

    -Sí, puedo contemplar un mundo que se desmorona en el que no soy nadie para poder cambiarlo... Se puede ver sencillo desde el lado de las Hadas, pero, aquí, desde esta realidad, no veo la salvación.-

    -Porque, está usted haciendo las preguntas que no son. Entonces, todas las respuestas que obtiene son también erróneas. Lo que de verdad importa. Para lo que de verdad vinimos. Eso, que lleva años oyendo en su interior. Esa, es la única pregunta- respondió Madama Tatimí de Argenta como si hablase el oráculo.

    -Y, ¿Qué mensaje es ese? ¿Está segura que es para mi? Yo no conozco a ningún Hada, igual me confunden con otra bestia...-

    -¿Errores? ¿Las Hadas? No querida, son decisiones que se toman. no todos queremos o necesitamos lo mismo. Cada uno elige su despertar. Usted, a escogido el modo Hada, y aunque no lo sepa, usted, ya tiene su destino escrito. El mensaje no existe, es tan solo mi visita querida Sra. Sapicornia. Encontrar la salida, lo dejo en sus ancas...-

Y sin más, aquella mensajera de las Hadas desapareció sin dejar rastro, dejando una nota que decía "volveremos a vernos, confía"


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