22.10.20

CAPÍTULO VII DULCE ROSA MARIPOSA

 Habían transcurrido varias semanas desde aquel día. El gobierno de Extralimitan, iba alargando los días del confinamiento por protección del pueblo. O, por lo menos, eso decían... Con unas medidas que se habían ido extendiendo hasta conseguir un cierre general del reino, en el que sólo, se permitían ciertas excepciones, un tanto contrariadas para el que las observaba con algo de conciencia, la autoridad de Extralimitan, continuaba alarmando a las bestias por todas las vías de comunicación. A la Sra. Sapicornia tanta incongruencia le había quitado el miedo de golpe, y, lejos de ser aquel encierro un martirio, se había convertido para ella y sus cachorros, en un retiro espiritual. Un detener de tiempo que mostraba otras maneras de vida. Nuevas posibilidades de convivir. 

El destino que se nos presenta, son solamente las opciones que hemos ido eligiendo, en esta, diabólica tela de araña invisible...

    -Jovenzuelos, voy a acercarme al poblado. Tenemos la despensa vacía. ¿Me estáis escuchando?- dijo la Sra. Sapicornia dirigiéndose a la silenciosa y gigante estancia en la que habitaban sus pequeños vástagos. -Claro, tanto jugar por las noches a quemarlo todo, luego no hay quién os despierte. Mirar como lo teneis todo por en medio. Está todo achicharrado. Un auténtico desastre. Con el esfuerzo que me ha costado ampliar la vivienda. ¡Siete robles hemos tenido que unir para tener espacio!- continuaba diciendo la Sra. Sapicornia sin conseguir que éstos, moviesen ni el bigote, a la vez, que iba recogiendo el cuarto. -Y, sin mencionar evidentemente el tufo que pega. En vez de con dragones, diría más bien que estoy viviendo con mofetas.- agregó abriendo el ventanal para ventilar un poco la estancia. 

Sin haber conseguido ni un soplido como respuesta, la Sra. Sapicornia se echó el manto encima, y se puso el antifaz que recomendaba el gobierno usar, para esos casos de urgencia en los que se tenía que salir para abastecerse. Enganchando el transportín que utilizaba para la compra, la Sra. Sapicornia salió de su morada arrastrando cómo podía aquel pesado carromato. Con el tamaño que habían alcanzado sus retoños, la bolsa que se colgaba a la espalda antaño, se le había quedado también pequeña. 

Llegando al paso del estanque, la Sra. Sapicornia se detuvo de nuevo por el cansancio. Los carruajes de las bestias que servían de agentes al gobierno, transitaban las vías imponiendo sanciones a todo aquel que no llevase justificación para el desplazamiento, o, un antifaz que evitase el contagio del fatídico parásito. Aunque, depende de donde fueras, tanto protocolo, parecía no ser necesario. En esos lugares, la bacteria, respetaba sin asaltar...    

    -Ahí están de nuevo... No se cansan...- dijo la Sra. Sapicornia bajándose el antifaz para poder coger aire. 

    -Es una pesadilla- contestó espontánea, una mariposa posándose en una piedra del estanque. -Yo estoy intentando pasar desapercibida, pero ni una mariposa como yo lo consigue. Es una persecución en toda regla. Ni por el aire tenemos escapatoria. Han puesto a libélulas a trabajar para ellos. Si ve por aquí alguna, me avisa.-  argumentó con un acento extranjero la dulce mariposa recogiendo sus alas. 

    -Sí. No se preocupe. Estaré alerta de por si aparece cualquier intruso...-dijo la Sra. Sapicornia mirando a ambos lados. -Tiene usted un acento muy bonito. Si no me equivoco, es usted una Morpho epistrophus argentinus ¿es así? tenía una amiga que tambien era de ahí. Tienen una entonación muy particular e inconfundible...-

    -Ha dado usted en el clavo. Mi nombre es Rosa Mariposa, y vengo volando de lejos huyendo de este delirio, pero, todos los reinos están igual. No se salva ninguno.-

    -Eso dicen en los informativos. Pero, no le parece extraño tanta contradicción? No me mal interprete. Siempre he sido alguien de estadísticas, y éstas, no se sostienen de ninguna de las maneras.-

    -Sospechamos lo mismo, querida. Los datos que nos ofrecen con la realidad que nos envuelve, son dos cosas muy distintas. Lo único que tengo claro, es que hay un poder superior a todo esto. Algo, por encima de nosotros que no debemos perder de vista entre tanto caos. No sé qué será, pero seguiré buscando esa luz entre tinieblas mientras tenga fuerzas. Las Morpho epistrophus argentinus, no solemos rendirnos facilmente ni cuando somos orugas. La magia existe. Es una metamorfosis.-

    -Sí. Magia... Qué le voy a contar... Y con qué facilidad nos olvidamos de eso. La rutinaria vida es como una losa para el desarrollo de lo divino. Ni teniendo un cuerno de Unicornio en mi frente a veces la siento. Es como la inspiración. Viene y se va...-

    -Supongo que todo es un estado de la mente. De cómo transformamos lo que percibimos y vemos. Pero, si yo no dispusiese de fe, no hubiese aguantado hasta convertirme en mariposa. Es un largo camino donde no siempre se cree posible alcanzar el sueño.- dijo Rosa Mariposa pestañeando con gracia. 

    -Me recuerda usted a grandes verdades. Es esperanzador escucharla.-  

Dark, el gigante dragón rojo de Nom, que parecía tener otro día de pulgas, pasó rugiendo de nuevo por los cielos pareciendo bramar algo que no se hacía entendible por la distancia de éste. 

    -Parece que sigue malhumorado. Me encantaría saber qué dice.- expresó la Sra. Sapicornia con la vista puesta en las nubes. Rosa Mariposa, levantando el vuelo y soltando polen a su paso cúal polvo de hada, se despidió de la Sra. Sapicornia revoloteando sobre ella. 

    -¡Volveremos a vernos!- dijo alejándose alegre. 

De vuelta a casa con el carro lleno de alimento, la Sra. Sapicornia sonreía hacía sus adentros mientras se decía.                     "Gracias, pequeña mariposa"

 

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