16.10.20

CAPÍTULO III JOR DE YN EL DELFÍN Y LA DISCIPLINA DE LOS NÚMEROS

El camino que seguía robóticamente la Sra. Sapicornia era frecuentemente el mismo. Casi podía hacerlo con los ojos cerrados, no necesitaba de atención. Saltito a saltito lo recorría sin ningún tipo de emoción. En el, se observaban diferentes sendas en las que nunca se había adentrado por falta de tiempo. Pero no por eso iba a negar que le llamasen la atención despertando curiosidad cada vez que en ellas se fijaba. 

"¿Dónde llevarán? ¿Y por qué sigue estando su rastro intacto en ellas? ¿Quién camina por encima para que éstas no se borren? Demasiadas preguntas que simplemente tendrían respuesta escogiendo ese destino en vez de otro. ¿Y por qué no lo hacemos?" Esa contestación si creía tenerla de hace tiempo o por lo menos era con lo que se auto convencía para no afrontar que se estaba rindiendo. Porque vivimos la vida que otros quieren que vivas y muy a su pesar esta vez ella también lo estaba haciendo. Esas reflexiones la engullen de vez en cuando. ¿Y, a quién no?

En una misma dirección siempre hay diferentes vías para acceder a ellas. Infinitas posibilidades que se van abriendo con cada decisión que creemos tomar como correcta. ¿Y cómo explicar o detener un pensamiento cuántico?   Pero de poder escoger entre cárceles el ser libre de corazón aún parecía ser su estandarte por eso posiblemente conservaba el cuerno de Unicornio. 

Volviendo a la realidad física de la tercera dimensión un eco parecía repetirse en todas las conversaciones con las que se había ido cruzando de manera casual en su trayecto, la Sra. Sapicornia. Curioso era observar que éstas, iban variando  dependiendo de la mente que las analizaba y a su vez, haciendo que surgieran conversaciones un tanto curiosas a su paso...  

    - Se está extendiendo rápido como el viento en el país de Trina, querida.  Las bestias no parecen tener salida frente a este parásito. Y, ¿Qué quiere que le diga? ya se comenta que es debido a la falta de higiene de un mercado con el nombre de Gukan de dicha población. Yo particularmente no lo he visitado pues tampoco se me ha perdido nada por esos lares. Es una cultura que se escapa a mi entendimiento. ¿No piensa usted lo mismo querida Cucarrach?- preguntaba un lagarto un tanto extraño mientras jugaba con su bigote a la vez que hablaba con una dama de los escarabajos peloteros muy emperifollada.  

    - Desde luego Sr. Lagarto. Y dice el gobierno de Extralimitan que no hay de qué preocuparse. Todo bajo control según las fuentes del transistor. Aquí lo tomamos todo a broma hasta que nos arrean la leche como se diría vulgarmente. Mientras sigan con las fronteras del valle abiertas estamos expuestos a todo. Verá usted cómo en siete días tenemos aquí la maldita bacteria. -  En aquel momento, un delfín en patinete a motor un tanto pasado de velocidad acaparó toda atención impactando contra un árbol   haciendo sacudir sus ramas por el golpe del mamífero. 

    -¡Vaya día llevo! ¡Vaya año diría más bien! Este año cuatro le consigue quitar el ánimo a cualquiera. Pero es que es así, nueve más cuatro son cuatro de toda la vida.  Esto no hay bicharraco que lo soporte. Tendremos que ser pacientes al año cinco. Vaya que sí. Ese sí será un buen año y no habrá entonces quien me pare- murmuraba entre carcajadas mientras levantaba el velocípedo contemplando el estropicio de lo que parecía ser su transporte. Alzando la vista y recomponiéndose un poco se dirigió a los allí presentes.         -¿Alguien podría echarme una mano? Aunque debería de decir más bien unos pies, esos de los que yo carezco...- dijo esta vez proyectando la voz.

 Un silencio de aproximadamente tres segundos fue lo que tardaron las  bestias en proseguir con lo suyo. La Sra. Sapicornia impactada aún por el porrazo del que había sido testigo se le acercó a saltos lentos. Estaba siendo una mañana curiosa. Un dragón volando disgustado soltando fuego, y ahora, un delfín en patinete.  

    -Disculpe que haya tardado en reaccionar. Cuando he visto que raudo se levantaba y se reía, la verdad, es que he suspirado. Aunque no puedo negar que me haya asombrado. Se necesita un cuerpo como el suyo para soportar un golpe así. Yo me hubiese hecho añicos sin duda a esa velocidad. Pero perdone de nuevo, no le he preguntado si está usted bien - dijo la Sra. Sapicornia poniendo los ojos hacia arriba en esa lucha interna que llevaba entre su emoción y dejar hablar al prójimo. 

    -Sí, no ha sido nada- contestó entre carcajadas el delfín quitándose una rama que se le resistía. 

    -Eso me pareció. Nadie puede levantarse de esa manera si no está bien-

    -Pero no puedo decir lo mismo de mi vehículo a motor. Se ha desviado toda la dirección y cómo ve, no dispongo de piernas.- agregó señalando con las aletas su cuerpo fusiforme y mostrando una sonrisa como si en el fondo aceptase su destino. 

    -Comprendo. Pero yo por mi tamaño no creo que pueda servirle de mucha ayuda, pero si se le ocurre algo...- dijo la Sra. Sapicornia levantando los brazos.

    -¿Eso que tienes en la cabeza es un cuerno de Unicornio, o me está fallando la visión por el coscorrón?- preguntó el delfín algo contrariado pero sin desdibujar su sonrisa. 

    -Sí. Es una larga historia. De momento tu vista está perfecta. De eso no tienes de qué preocuparte- sonrió la Sra. Sapicornia toqueteándose el asta y evadiendo el tema.  

    -Podría venirme bien para enderezar la rueda si me dejas intentarlo. Sólo deberías de empujar aquí mientras yo soporto el manillar.-  Jor de Yb y la pequeña Sra. Sapicornia se pusieron a ello. 

Reparada la dirección sin ningún altercado que no fuese alguna que otra mancha de grasa, una duda le asaltó al recordar ese parloteo singular que tuvo el delfín consigo mismo citando números que a la Sra. Sapicornia le habían intrigado.

    -Perdone que le haga una pregunta. ¿Qué eran esos números de los que hablaba cuando ha tenido el accidente?- 

    -Oh sí, numerología. Esa nunca falla. ¿Sabe usted de lo que estoy hablando? y deje que me presente. Mi nombre es Jor de Yb y como puede apreciar soy un delfín de Liberty.- dijo extendiendo su aleta a modo de saludo entre carcajadas que incorporaba en casi todas sus frases. 

    -Encantada. Yo soy la Sra. Sapicornia de Fuente Azul. Está muy próximo de dónde nos encontramos. Es el atajo que suelo coger para llegar antes a mi faena y que me sobre algo de tiempo para tomarme un té en el bar de Usanza. Ya sabe, un tentempié psicológico para afrontar el día laboral-

    -Si quiere puedo ayudarle con eso en agradecimiento por su tiempo y colaboración y si me apunta aquí algunas fechas puedo decirle cosas acerca de usted. Cómo ve, la escasez por socorrer al semejante no es algo que se practique y ser agradecido es algo que me enseñaron desde pequeño- dijo extrayendo una libreta y un lapicero de una mochila.

    -En eso de la escasez debo darle la razón. Es la pasividad de las bestias la que nos somete a un mundo así. Ponerse un velo cada vez que se deja la morada. Yo todas las noches he de invertir un tiempo para quitarme ese alquitrán. Y pobre de si te descuidas un día. No amaneces sin eso adherido. Lo mismo que una espiga a un calcetín que si no lo quitas eso sigue ahí enganchado. De todas maneras lo hice sin esperar nada a cambio. No tiene que agradecerme nada- liberó la Sra. Sapicornia casi de un soplido.

    -Seguro amiga que está usted en un año cinco. Esa fuerza se ve presente. No se ande con finuras y apúnteme en esta hoja la data de su bendecido aniversario. Es algo más complejo de lo que le voy a contar ahora, pero si es algo que le interese, algún día puedo explicarle con más tiempo la causa y efecto tan grande que producen dichos números. Entenderá que depende de ellos y que a la vez del mismo propio- 

La Sra. Sapicornia se apretó el labio conteniendo quizás las infinitas preguntas que a su vez se formaban en su pequeña cabeza ahora mismo repleta de ellas. Sin querer espantar al simpático Jor de Yb, la Sra. Sapicornia se limitó a escribir la fecha y le devolvió la libreta esperando curiosa que haría con eso. El delfín empezó a hacer cálculos moviendo la cabeza como si fuese poniendo ahí los números que parecía sumar por lo que musitaba. 

    -¡Lo sabía! Estás en tu año cinco. No podía ser de otra forma. Lo he detectado rapidísimo al escucharte hablar.  De todas formas has de saber que tú, el número que a ti te representa es un uno...-  soltó de nuevo entre risas.

Durante aproximadamente diez minutos aquel delfín le empezó a contar los distintos números que parecían tejer su personalidad. Aunque ella  a veces luchase  contra sus propios demonios, debía entender que muchos eran condicionados por esta numerología que a modo de prueba estaba dispuesta a conciencia para una mayor evolución de uno mismo. 

    -Vaya, me ha dejado realmente sorprendida la proximidad del acierto. Casi ha podido entender mi lucha interna.- Añadió la Sra. Sapicornia sin pestañear. -Le haría tantas preguntas...- volvió a decir. 

    -Pues aquí le dejo anotada mi dirección y cuando se anime, no lo dude. Pase a verme-  expresó riendo con esa inconfundible risotada que parecía formar parte también de su personalidad subiéndose al trasto. 

    -Vaya con cuidado Sr. Jor de Yb y gracias por la explicación. Ha sido muy interesante poder escucharle. Tendré en cuenta su sabiduría- dijo la Sra. Sapicornia mientras éste y su risa se alejaban cuesta abajo por la ladera del valle.   

 

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