22.6.12

Capítulo 23

Una hormiga trabajadora y de fino porte administraba con elegancia un bonito invernadero donde crecían aromáticas plantas que convertían en caseros remedios para el cutis.
Nuestra amiga la Sra. Sapo sabía bien, que su escamosa piel no era exactamente agradable a la vista y siempre que podía, sacaba un momento para visitar al Sr. Hormiga Feliz que la recibía con su invariable sonrisa eterna además, de colmarla de regalos que ella tanto apreciaba y agradecía cual Cleopatra.
Su amistad era tan grande, que se habían llegado a citar en extraños lugares habituándose a las circunstancias del momento. Podía llover con intensidad de Tsunami que ellos encontraban un refugio. Podía incluso granizar gigantescas bolas como enormes meteoritos.. que seguían quedando al cobijo de una cueva.
Su comprensión por el sentido de las cosas era muy parecido y aunque alguna vez habían diferido en opiniones, siempre llegaban al entendimiento debido a su gran confianza el uno por el otro.
Pocos amigos de piel tenía la Sra. Sapo, y de sabidos conocidos muchos... pero los que ella sentía como suyos, los contaba con los dedos de sus ancas.
Si algo destacaba y debía remarcarse en la filosofía de la curiosa Sra. Sapo, era la amistad, impenetrable muro que a su pensar, si era construido con fuertes piedras y honrados sentimientos, aguantaría indiferente al paso de los años y a sus movimientos sísmicos. 

Pd: Un árbol abre sus ramas como brazos... extiende sus hojas como dedos.. nosotros formamos parte del mismo tallo :)

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