27.2.13

Capítulo 34

Unas gruesas gotas comenzaron a caer como pesadas piedras del cielo y la Sra. Sapo se puso a resguardo con su amiga la Sra. Gata Montés. La Sra. Sapo, lo había dispuesto todo para poder tener el día libre, realmente lo necesitaba pues muchas de las situaciones diarias le producían gran estrés.
La fuerte lluvia las obligaba a permanecer bajo el roble que les daba cobijo, pero la Sra. Sapo no podía dejar de mostrar su preocupación ante la inesperada tromba de agua.
¿Puedes dejar de preocuparte? le dijo su amiga la Sra. Gata Montés, si esta tormenta pilló a la cabra fuera de casa tranquila que sabrá volver.. pero.. contestó rápido la Sra. Sapo.. él tiene esos pies tan torpes nada adecuados para andar sobre el agua.. Lo peor de todo este asunto, dijo la entendida Sra. Gata Montés, es esa incomprensión mutua, debe ser cuestión de especies, porque algo os habrá llevado hasta aquí...decía la Sra. Gata Montés mientras lamía su pelo con su áspera lengua intentando secar su pelo empapado. No se que responderte amiga mía dijo la Sra. Sapo cabizbaja, me conmueve todo tanto.. a veces quiero ser normal... intentar que las dificultades no me afecten.. seguía hablando la Sra. Sapo que cada vez que asomaba su cabeza fuera del árbol para ver si apaciguaba el tiempo, le caía una gota en el ojo...
Ves?.. el cosmos conspira en mi contra!! sollozó la Sra. Sapo.. Oh no amiga mía no seas tan tremenda, los artistas sois así, mucha sensibilidad es necesaria para la creación de grandes obras, pero esa misma sensibilidad a veces, os puede... volvió a hablar la Sra. Gata Montés con su familiar voz que tanto calmaba a la Sra Sapo que esta, digería las palabras casi letra por letra.
Una vez llegada a su humilde morada y ya metida en su cama de bambú, continuaba dándole razón a esas frases.
No me gusto, no me gusto nada, se decía así misma... Igual que un volcán!! así soy! es indiscutible, aunque tenga motivos para explotar sin mirar la expansión de mi llama, me siento banal por dejarme llevar de esa manera tan mediocre.. razonaba la Sra Sapo..
Ese día se dio cuenta que lo tenía que dejar marchar... la lucha no era buena y lamentó el daño causado mutuamente.

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