A principios de Junio y aunque había llegado tarde el calor,
aquella mañana la Sra. Sapicornia salió de sus sabanas sin ese frío que le
hacía retardarse en abandonar su caliente lecho.
No amaneció pletórica pues era obvio su estado y por mucho que
quisiera disfrazar su verdad, a veces, le costaba respirar como si tuviese un
puñal clavado en el pecho.
Como buena Unicornía comenzó rápido a buscar la chispa que le
hiciese pasar otro día más. Hoy era su fiesta semanal y como buen animal de
cuentos se organizó en busca de historias.
Los más osados pueden opinar que sus llamadas escapadas fueran en
busca de comida, pero no, andaba desganada..
Como si fuese a poner su alma a la venta, había decidido volver a
reunir esos pedazos que rotos, formaban su reflejo, pues ahora mismo, podrían
llamarla estafadora en un trueque y ella tenía honor como para venderse a tan
bajo precio.
Recordaba libros que metafóricamente ponían nombre a los
vagabundos del amor y que una buena salida era convertirse de nuevo en una
cocina. Esa historia la había acompañado mucho tiempo y aun no sabe porque la
olvidó.. Aquellas hojas hablaban de transformarse en esencia en una cocina para
obtener la calma... El hambre era mala y la gran mayoría se limitan a
comer lo que otros les dan... Sólo cuando eres una gran cocina no necesitas
mendigar alimento, ni tampoco sus utensilios, pues en ella, se puede encontrar
lo necesario para fabricarlo uno mismo...
Pues no le quedaba trabajo a la Sra. Sapicornia... se reía
abriendo tanto la boca que a veces parecía desencajarse del rostro. No pasaba
nada, no iba a cometer asesinato, ni tampoco iba a saltar al infinito a modo de
despedida... pero le encantaba llevar un puñal en la liga por si acaso…
Pasado su día de fiesta que lamentó ser de corta duración, tenía
proyectos en mente que irían ocupando sus espacios temporales.
Arropada en sus suaves colchas que tan delicadamente perfumaba
antes de dormir, escribía objetivos que aportarían mayor bienestar a su vida y
que además, ayudarían a una mejor recuperación. La Sra. Sapicornia nunca fue un
ser aburrido y de poca imaginación, pero aun sentía nauseas si miraba hacia
atrás. Uno no puede pedir lo que no puede ofrecer y la Sra. Sapicornia ahora
mismo, andaba coja para alistarse a una carrera de saltos de vallas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario