Rayos y centellas azotaban el valle
muy temprano. La Sra. Sapicornia, descansaba su resaca de la noche anterior
cuando un trueno la despertó con su eco. No se enojó por las horas al
contrario, las tormentas eléctricas le fascinaban y abriendo un ojo sonrió al
ver la poca luz que producían las nubes cargadas de agua.
Andan tristes... dijo para sí la Sra.
Sapicornia mientras se preparaba una taza de café caliente para despertarse...
Vaya tormenta… ¡Está todo el cielo oscuro! y corrió a ver donde andaban sus
cachorros para compartir con ellos la fuerte ventisca.
La Sra. Sapicornia, había
contagiado de entusiasmo a sus pequeños con los que mediaba para evitar que
saliesen a toda prisa a pisar los charcos.
Aunque no gozaba de todas
sus funciones por mal descansar, sin embargo no se lamentaba. La noche había
estado bien aun sintiendo que carecía de algo (que bien podía ser la
cabeza pues días antes se la guillotinaron a traición), pero no quiso demostrar
debilidad ante los asistentes e intentó recrear su mente participando en todas
las conversaciones que pudo.
Observando los presentes
todos aparentaban ser felices mientras reían y bebían sin importar las horas
que pasaban, aunque ya más adelante en petit comité con sus amigas, destriparon
sus misterios y como se solía decir... En cada casa se cuecen habas. ..
La Sra. Sapicornia no
solo lo quería figurar ser dichosa, si no también poseer la calma del que lo
está.
El sendero era largo aún,
no obstante, había caminado muchas veces ya con la luz apagada por él y en esta
ocasión, avanzaba cargada de desconfianza y antipatía que le daban fuerzas para
tirar sin pensar en el peso de su mochila.
Guardando sus pezuñas del
todavía frío que acechaba las noches, reparaba en la creencia de que tal vez
quizás, existieran mas seres como ella.
Asalto 1313… combate nulo
Yo me retiro
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