6.6.13

CAPÍTULO 64

Sonaban unas trompetas en todo el valle aquella mañana, anunciaban fiesta. Todos los asistentes del lugar llevaban rato preparándose para el fantástico acontecimiento y muchos desprendían dulces fragancias que perfumaban el ambiente.
La Sra. Sapicornia,  se hallaba acicalándose, pues aunque no tuvo buena noche, quería mirar hacia otro lado. En el jardín se encontraba observando su bicicleta de bambú que por unos momentos había olvidado pinchar, así que entrando en su garaje desordenado cogió unos parches para la rueda y salió a arreglarla.
El estado de esta no era muy bueno que digamos... Tenía más remiendos que las viejas botas de un oso de cueva libre, pues así llamaban a los que no reputaban un prometedor futuro y la Sra. Sapicornia, no sabía bien donde aplicar el parche a aquella rueda tan dañada.
Por fin, y después de varios intentos consiguió hacer un apaño a su bicicleta creyendo que para bajar al prado le bastaría, y ya mañana, cuando terminaran fiestas la llevaría a reparar como merecía.
Subida ya en la bicicleta sentía que algo no iba bien, aquel biciclo se tambaleaba como si fuesen a  saltar todas sus piezas y medio rezando, se adentraba en el sendero creyendo que aguantaría. Efectivamente, pasados unos minutos, el vehículo chirrió con fuerza haciéndose añicos...
La Sra. Sapicornia daba las gracias irónicamente a la vez que amontonaba los troncos de bambú  que repartidos, ocupaban el suelo del camino.
Sentada sobre una roca movía la cabeza pensando en la mala suerte que la rondaba tiempo atrás… cuando un pájaro carpintero llamó su atención por su estrepitoso ruido al picar contra un árbol.
¿Puedes dejar de hacer tanto ruido? ¡No me dejas pensar! dijo la Sra. Sapicornia molesta
El pájaro de larga punta extrajo su pico del agujero buscando de donde venía la voz y reconociendo el hocico del cual salió dicha ofensa contestó.
Pues sí que amanecimos con buen humor... dijo el pájaro carpintero con aires desenfadados. A ver señorita... debería usted comprender ya... que nosotros, los pájaros carpinteros hacemos eso, y no parece usted ningún cachorro para no discurrir tal razonamiento.
La Sra. Sapicornia se disculpó con aquel ave y le contó el motivo de tal mal carácter.
El pájaro carpintero bajó volando a la roca donde estaba sentada la Sra. Sapicornia y moviendo sus alas dijo.

A veces querida es mejor ser realistas, esa rueda estaba demasiado remendada como para aguantar más aventuras, pides demasiada magia en cosas que no la merecen, adquiere una nueva! por lo menos no te dará problemas en tiempo. Y volvió a su árbol a seguir con su trabajo.





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