Amoldándose una vez más al cambio de costumbres, volvía a
organizarse el día alejando la ira que parecía haber hecho raíces fuertes
costosas de alejar.
La Sra. Sapicornia
se había dejado ver por la playa últimamente pues sin duda, era donde recargaba
baterías. Recordando las historias que contaban las patrullas que descansaban
en el valle, ganaba valentía, pues aquellos relatos convertían sus penurias en
minucias. El planeta tierra giraba a tanta velocidad que eran muchos los que
abandonaban el camino mareados por sus vueltas inapreciables para otros.
Cuando llegó
aquella noche a su humilde morada, cogió su libreta escondida y la abrió al
azar a ver que encontraba.... Obviamente siempre escribía cuando se encontraba
triste y era demasiado constante el sentimiento de aflicción que le hacía unir
esos versos tan lentos...
Podría ser cosa de
su personalidad y carácter pero ella encontraba fascinante ser la inspiración
de alguien... Le costaba entender que hubiese seres que no se sintieran
alagados por dichos textos simplemente por servir de musa a sus manos... Aunque
estos fueran amargos en su mayoría...peores eran los ecos que se escuchaban de
las voces de ultratumba que con letra en sus lápidas, recordaban los nombres de
los que un día existieron… había que ser muy necio si se hablaba juzgando, pues
de todos era sabido la tendencia de la Sra. Sapicornia a dramatizar las cosas,
corría por sus venas sangre del noble Shakespeare.
Las descripciones
que daba eran ciertas y así las sentía ella cuando las plasmaba. ¿A cuántos
funerales de no muertos asistió en todo aquel tiempo? eran incontables...
llevaba tiempo que lo decía, llegaba el momento de hacerlo. Y no volvería a
escribir de esa cabra que ya no sabía hacer magia con trucos de ilusión.
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